En la cultura occidental existe la creencia profundamente arraigada de que hay sólo dos sexos. Incluso el lenguaje con el que hablamos no nos permite referirnos a personas que no sean ni mujer ni hombre. Pero esta obsesión sociocultural desafía la naturaleza. La biología nos muestra que hay muchas variaciones ente el sexo femenino y el masculino. Fausto-Sterling considera, en su artículo "The five sexes", que se pueden establecer, al menos, cinco sexos. Ella establece cinco, pero advierte al mismo tiempo de que el sexo es una instancia demasiado amplia, un continuo maleable que desafía la estrechez de incluso cinco categorías. La propia Fausto-Sterling advierte de que ninguna clasificación puede ni siquiera sugerir la variedad existente en la anatomía sexual humana.
Hermafrodita durmiendo, S. II D.C. |
Las cinco categorías de las que nos habla Fausto-Sterling son: mujeres, hombres, herms, merms y ferms. Mujeres y hombres son las dos categorías sexuales reconocidas en nuestras sociedades occidentales. Entre estas dos categorías, existe un continuo sexual en el que se encuentran todas los tipos de intersexualidades existentes. Fausto-Sterling clasifica estas intersexualidades en tres grupos diferenciados. Los herms son las personas que han sido clasificadas como hermafroditas verdaderos: personas que tienen tejido gonádico ovárico y testicular al mismo tiempo. Este tejido gonádico puede darse separada y bilateralmente (un ovario, un testículo), o puede darse al mismo tiempo en el mismo órgano, formando lo que se conoce como ovotestículo.
Merms y ferms corresponden a otros tipos de intersexualidad que no son consideradas como hermafroditismo verdadero: aquello que se ha llamado desde el siglo XIX pseudohermafroditismo. Las personas merm (hermafroditas masculinos) tienen testículos, cromosomas XY, no tienen ovarios, y poseen genitales feminizados, esto es, vagina y clítoris; en la pubertad, normalmente desarrollan pechos y no menstrúan. Las personas ferm (hermafroditas femeninos), por otra parte, tienen ovarios, cromosomas XX, y genitales exteriores masculinizados. Sin intervención médica, las personas ferm pueden desarrollar barba, voz profunda y penes de talla considerada como estándar.
En esta clasificación de Fausto-Sterling subyacen varias ideas: por un lado, mantiene la división ente hermafroditas verdaderos y pseudohermafroditas con un sexo verdadero escondido bajo una apariencia ambigua; por otra parte, centra la feminidad o masculinidad de las personas pseudohermafroditas en el tejido gonadal y en la configuración cromosómica. Para esta autora, son hermafroditas masculinos las personas que, a pesar de tener un aspecto totalmente femenino, poseen testículos y cromosomas XY. Al contrario, son hermafroditas femeninos las personas que tienen cromosomas XX y ovarios, aunque su aspecto exterior, incluso el de sus genitales externos, sea considerado como masculino.
Suzanne Kessler, en una carta que escribió a la revista The Sciences para comentar el artículo de Fausto-Sterling “The five sexes”, critica la clasificación de las personas en cinco sexos. Considera que la propuesta de Fausto-Sterling continúa dándole una importancia excesiva a los genitales “naturales”, aunque abra esta naturalidad a cinco sexos y salga del binarismo. Kessler cree que ignora el hecho de que las atribuciones de género se hacen en nuestro día a día sin tener acceso a inspecciones genitales.
Del LaGrace Volcano, Jack Unveiled, 1994. |
LA UTOPÍA DE FAUSTO-STERLING
En su artículo “The five sexes” Fausto-Sterling nos muestra cuál sería la situación que ella considera ideal para el libre desarrollo de las identidades de sexo, género y sexualidades. Fausto-sterling nos invita a pensar un mundo en el que la comunidad científica ya no utilizara su saber para crear disciplinas que corrigen la intersexualidad, sino para preservar la vida. En la utopía de Fausto-Sterling se daría la oportunidad de que diferentes posibilidades sexuales se desarrollaran sin coacciones. En un mundo así, las oposiciones binarias de sexo y género se disiparían, así como la heterosexualidad obligatoria, cabe añadir.
Para Fausto-Sterling, un primer paso para la consecución a largo plazo de su utopía es que las intersexualidades dejen de ser borradas de la vista de la sociedad e ignoradas por la clase médica. Los tratamientos hormonales y quirúrgicos permiten a las madres, a los padres y a la clase médica el pensar que la intersexualidad se ha eliminado del cuerpo de la persona intervenida. Por ello, las personas intersexuales, infantes o adultas, tienen que ser abiertamente intersexuales, para poder mostrar así a la sociedad que no sólo existen las dos posibilidades vitales impuestas por las normas de género. Ser abiertamente intersexual, por supuesto, no es nada fácil en un sistema binario. Todo, desde nuestro nacimiento, está configurado para estar en una u otra categoría, así que las dificultades que una persona intersexual puede encontrar desde su infancia son numerosas; sin embargo, Fausto-Sterling considera que, a largo plazo, se puede conseguir así una sociedad en la que la sexualidad y el sexo sean algo que se celebre y no algo que se ridiculice o se esconda con temor. Es la sociedad en su conjunto la que tiene que hacer un esfuerzo para abrir las categorías rígidas de sexo, género y sexualidades, y no las personas intersexuales las que tienen que forzar sus cuerpos e identidades a encajar en un esquema binario que no da cabida a sus intereses, deseos, placeres, formas de estar en el mundo.