30.4.12

Virgjineshtë, vírgenes jurados


En el sistema occidental, regido por normas rígidas y bipolares de sexo, género y sexualidad, los individuos han alinear su anatomía con el sexo que se les asigna al nacer, con su identidad de género, su comportamiento y su orientación sexual. Aquellas personas que no encajan en una de las dos categorías de sexo (mujer u hombre), o cuya sexualidad se sale de la norma de lo inteligible, o cuya identidad de género no corresponde con lo que se esperaría de su anatomía, no encuentran un lugar en el mundo en nuestra sociedad. Sin embargo, la antropología nos ha mostrado que en algunas sociedades existen uno o más roles de género o experiencias corporales que no se adecuan a este esquema. Algunas de estas configuraciones diferentes de las normas de género y sexo son: dos espíritus en culturas indoamericanas, fa’afafine en Polinesia, vírgenes jurados en los Balcanes, hijras en India y Pakistan, bugis en Célebes, mollies en la Inglaterra del s. XVIII, muxes en las culturas zapotec de México.


Los vírgenes jurados son personas asignadas al sexo femenino de nacimiento que cambian su género por uno masculino en la edad adulta. Tienen un rol tradicional en los Balcanes: en la Bosnia eslava, Serbia, Montenegro, Croacia, Albania, en algunas regiones de Rumanía y Grecia, y entre los pueblos romaníes. Suponen la única alternativa institucionalizada a nuestro sistema de sexo/género/sexualidad en Europa. 
 
Existen al menos dos razones forzadas por las cuales una mujer pasa a tener un rol masculino en estas sociedades balcánicas: al rechazar un matrimonio y para salvar a la familia de la deshonra, jurando su virginidad de por vida y pasando a vivir como un hombre; ante la ausencia de una figura masculina que actuase como autoridad en la familia. 
 
Algunas de ellas toman su decisión voluntariamente para huir de la situación que sufren las mujeres y para alcanzar así cierta liberación y garantizarse el acceso a ciertas actividades prohibidas a las mujeres. Sin embargo, existen limitaciones y excepciones: pasan a tener el estatus legal y social de un hombre, pero se les prohíbe mantener relaciones sexuales con cualquier otra persona. Por otra parte, estas personas son siempre consideradas como hombres pero son inmunes a las enemistades y venganzas masculinas ente clanes. 
 
Este esquema supone una organización diferente de las normas de sexo y género, pero se inscribe en un contrato social basado en la heterosexualidad obligatoria: deben realizar un juramento de castidad para evitar que se den situaciones de ambigüedad y sexualidades no normativas. Estas personas, si bien viven una desconexión entre el sexo asignado de nacimiento y el género con el que se les reconoce socialmente, se ven insertas en un contrato social heterosexual que les obliga a jurar eliminar de su vida cualquier relación afectivo-sexual con cualquier persona. 

Aquí un vídeo corto (en inglés) que incluye una entrevista a un virgen jurado albanés. Clic aquí.

28.4.12

Cindy Sherman: Untitled film stills (1977–1980)




Desde mediados de los setenta, Cindy Sherman (1954- ) pretende realizar una deconstrucción de las subjetividades a través de sus fotografías. En ellas, se utiliza a sí misma como modelo, explorando y destruyendo infinidad de estereotipos sobre la feminidad, y también sobre la masculinidad, fijados por el patriarcado. 
 

En Untitled Film Stills (1977), a través de la representación de 69 roles femeninos estereotipados diferentes, presentes en el cine de los años cincuenta y sesenta, mostró la multiplicidad de una feminidad que se presenta usualmente como fija y dad. En la obra de Sherman se aprecia que el ser mujer obedece a la repetición de unos estereotipos construidos por la sociedad, encajonando a las mujeres en uno u otro. Sherman, fingiendo, imitando, muestra que es posible pasar de un estereotipo a otro, que la ama de casa puede ser heroína y prostituta al mismo tiempo. Con sus juegos de roles y apariencias, Sherman muestra la feminidad como una máscara y plantea la cuestión de la fijeza de la identidad femenina en la sociedad. 


Sus Untitled Film Stills no son réplicas exactas de imágenes célebres, sino que son una representación alterada y teatral de las mismas. En este momento, y con las obras de Sherman, se comienza a hacer evidente un asunto que será un punto importantísimo de la teoría y la práctica feministas: el problema del original y la copia, la fina línea existente entre lo real y lo representativo. Toda fotografía, no sólo las de Sherman, remite a un momento pasado “original”. De esta forma, la fotografía por una parte respalda la idea de una fuente original. Pero por otra parte, al permitir la edición y la manipulación, ayuda a erradicar la seguridad y confianza que se tiene en el original. Las performances de Sherman abren la posibilidad de esta representación del original, que hace que la propia existencia de un original natural se diluya. Así, con Cindy Sherman se abrió la perspectiva para poder comenzar a culpar a la representación rígida de los roles impuestos de la opresión de las mujeres, aunque ya había sido planteado con anterioridad por autoras como Claude Cahun y Joan Rivière

21.4.12

Comunicado contra los recortes en materia de salud. Colectivo Towanda

Ante amenaza de recortes en Transexualidad y Reproducción Asistida

Durante las últimas semanas, portavoces del Partido Popular han realizado un nefasto ejercicio de intoxicación de la opinión pública, agitando como causa de los supuestos problemas de financiación de la Sanidad Pública la cobertura gratuita de prestaciones como la atención a la Transexualidad, la Reproducción Asistida o el supuesto turismo sanitario.

Tales argumentaciones culpabilizan, no casualmente, a transexuales, lesbianas o personas migrantes. Todo un ejemplo de las falsedades cargadas de prejuicios con las que el Partido Popular pretende azuzar los más retrógrados sentimientos discriminatorios para justificar sus políticas.

Como se ha venido respondiendo estos días, los costes de la totalidad de las intervenciones de reasignación de sexo en España, ni con el cálculo más disparatado pueden llegar a representar ni la diezmilésima parte de los recortes que se pretender ejecutar. Y valoraciones similares se pueden hacer de otras prestaciones que se pretendía excluir del Catálogo de Prestaciones gratuitas.

Esto revela la falsedad del argumentario empleado y pone de relieve lo que ya sabíamos; la intención de los recortes en Sanidad (como en Educación) no es en absoluto corregir supuestos desequilibrios del sistema, sino:

- detraer recursos públicos para inyectar más financiación a la gigantesca deuda privada generada por la banca, causa fundamental de esta estafa llamada crisis.

- abrir suculentas oportunidades de negocio a Aseguradoras y empresas del sector sanitario para que vendan lo que el sistema público deje de cubrir .


Pero la Salud no debe ser en ningún caso un negocio ni es únicamente atender enfermedades, sino el bienestar general tanto físico, como biológico, psicológico y social que debe asegurar el Estado sea cual sea su coste para todas las personas, sin distinción de raza, edad, sexo, orientación e identidad sexual, no sólo para quienes puedan pagárselo.

Por eso la sociedad entiende, por ejemplo, que debe asegurarse desde lo público la salud sexual y reproductiva de todas las mujeres tanto si desean buscar un embarazo mediante relaciones sexuales (como de hecho se hace con el correspondiente seguimiento ginecológico y endocrino en su caso) como si desean hacerlo mediante la llamada reproducción asistida, si bien toda reproducción es, en nuestra sociedad, asistida en mayor o menor medida.

Por eso también se entiende que las personas tenemos derecho a una vida e identidad sexuales plenas, precisemos o no para ello de intervenciones médicas o quirúrgicas. Y es obvio decir que las intervenciones de reasignación de sexo son siempre de una necesidad extrema en los casos en que la persona transexual llega a aceptar la cirugía como vía para su bienestar, como está médicamente aceptado de manera universal.

Finalmente, parece que el Partido Popular sólo ha utilizado sus argumentaciones retrógradas en materia sexual para crear el ambiente propicio a lo que era su objetivo primordial: presentar al Consejo Interterritorial de Salud un brutal recorte en forma de incremento del repago farmacéutico dañando a jubilad@s y trabajadores/as. Y aplaza la amenaza a las prestaciones en peligro al estudio de la creación de “categorías” de servicios “básicos” frente a otros “complementarios”...

Desde Towanda, que trabaja desde hace más de 12 años por la Diversidad Afectivo Sexual en Aragón, consideramos dichos objetivos y amenazas del Partido Popular un ataque frontal al derecho básico a la salud de toda la ciudadanía, y en particular a todas las mujeres y todas las personas que escapan a la imposición de esquemas de sexualidad reproductiva heterosexual.
Ello nos obliga a mantener una vigilancia extrema sobre las maniobras gubernamentales al respecto. Seguiremos participando en las plataformas y movilizaciones en marcha en defensa de la sanidad pública. Y animamos a la ciudadanía y especialmente a la comunidad lésbica, transexual, gai y bisexual a hacer otro tanto.

Por último, insistimos ante el Gobierno de Aragón en la necesidad de defender el derecho de las personas transexuales a las intervenciones que precisen, muy especialmente en el caso de aquellas que han iniciado tratamientos médicos, en algunos casos como obligación legal si quieren acceder al cambio registral de sexo. Estas personas no pueden ser abandonadas en ningún momento de su proceso y exigiremos el cumplimiento de la responsabilidad pública al respecto.
La atención a la transexualidad en Aragón es totalmente insuficiente, representando para las personas que precisan intervención quirúrgica la obligación de viajes de mil kilómetros al hospital de referencia en Málaga, cuando se realizan intervenciones en Comunidades Autónomas vecinas. En vez de empeorar, es imprescindible que la atención se regularice desde la atención primaria a l@s especialistas precis@s, cuya descoordinación es actualmente evidente. Y es también imprescindible que deje de tratarse a las personas transexuales como enfermas, sino como usuarias del sistema público de salud plenamente autónomas para decidir sobre su identidad y necesidades.

Identidad y necesidades que son parte del derecho a la salud que Towanda seguirá defendiendo.

13.4.12

Palabras que ¿sólo? hieren

Words can wound.
Medicine can be very cruel in diagnostic terms.
John Money


John Money en Sex errors of the body and related syndromes: a guide to conseling children, adolescents and their families, reconoció que las palabras diagnósticas de la medicina pueden herir, y consideraba que palabras como “hermafroditismo” o “intersexualidad” pueden ser demasiado estigmatizantes para las personas que nacen con un síndrome que afecta a sus órganos sexuales. Money decidió entonces utilizar el término “errores sexuales del cuerpo”. La palabra “error” le parecía menos estigmatizante porque creía que se refería a un error de la anatomía, no a un error de la persona. Podemos observar con esta terminología cómo la medicina moderna continúa considerando la intersexualidad como un error biológico. Milton Diamond y Hazle Beh, en su texto “Variations of Sex Development Instead of Disorders of Sex Development” prefieren utilizar las palabras “variaciones del desarrollo sexual”. 

En 2006 se publicó un consenso para acuñar el término “Trastornos del Desarrollo Sexual” (Disorders of Sex Development) para referirse a la intersexualidad. Este consenso fue alcanzado por personas críticas con la terminología médica tradicional, que hablaba de «hermafroditismo», tales como activistas de la ISNA y personal médico especializado en intersexualidad.

Diamond y Beh reconocen que el consenso de 2006 ha realizado un importante avance al proponer más precaución a la hora de recomendar intervenciones quirúrgicas, sobre todo en bebés y niños pequeños. También aplauden que el consenso sostenga que el lenguaje que la medicina utiliza manda un mensaje importante a las madres y padres y a los pacientes. Sin embargo, consideran que la nomenclatura propuesta por el consenso, “Desórdenes del desarrollo sexual”, mantiene la idea de que las intersexualidades, las variaciones del desarrollo sexual, suponen un desorden que tiene que ser tratado quirúrgicamente. 

Diamond y Beh consideran innegable el hecho de que las palabras pronunciadas por la clase médica afectan más allá del tratamiento médico: afectan socialmente, legalmente y, sobre todo, afectan a individuos que han de vivir toda una vida con la etiqueta diagnóstica que la clase médica le impone. Consideran que términos como “desórdenes” o “errores” son demasiado patologizantes y, además, demasiado estrechos. Las variaciones del desarrollo sexual abarcan cuestiones relativas no sólo al sexo, sino a la identidad sexual, a la identidad de género, a la sexualidad y a la propia percepción del yo de cada persona.

La medicina, al considerar las intersexualidades como desórdenes realiza un juicio de valor sobre la normalidad del desarrollo sexual de las personas. La medicina observa variaciones en el desarrollo sexual humano y a partir de esa observación establece una normalidad y un protocolo de actuación contra todo aquello que se desvíe de la normalidad establecida. Para Milton y Beh, esta actitud es arrogante y consideran que la medicina debería ser más humilde y compasiva. Milton y Beh consideran que el término que proponen, variaciones del desarrollo sexual, no emite juicios de valor y, además, no prohíbe ni ordena ningún tipo de intervención médica, dejando esa decisión en manos de la persona afectada.

Sin embargo, ¿tienen sólo un posible efecto invariable las palabras? ¿La palabra "desorden" siempre va a estigmatizar y herir, inequívocamente? ¿No existiría, quizás, la posibilidad de resignificar y reapropiarse positivamente la palabra "desorden"?

8.4.12

Aristóteles: el modelo del sexo único

Aristóteles expone en La reproducción de los animales sus ideas sobre los sexos y la reproducción. Aristóteles propone que sólo existe un sexo, los hombres, considerando a las mujeres una malformación de ese sexo único. 

La teoría de Aristóteles fue la aceptada como autoridad y transmitida, pero no era la única existente. La escuela de Hipócrates ya había sugerido la tesis de que lo que produce la vida es una combinación de dos principios activos: masculino y femenino. Aristóteles sólo habla de un principio activo, lo masculino, reduciendo así la vida a lo masculino. Parménides de Elea, en la segunda parte de su Poema, sugiere que existe una articulación de dos principios, femenino y masculino. Esta idea de que no sólo el principio activo era el masculino circulaba y se había propuesto con anterioridad. El mundo discursivo de la Grecia Antigua era más rico, no sólo existían los discursos transmitidos por la línea maestra de la filosofía occidental. Pero la idea de Aristóteles fue la que eclipsó a las demás, a pesar de sus aporías: si el esperma es el único principio activo y el cuerpo de la mujer es simplemente un recipiente que no aporta nada al proceso de dar vida, ¿cómo se explica que las criaturas se parezcan a sus madres?

La teoría acerca de la reproducción de Aristóteles está en consonancia con su teoría metafísica: el hilemorfismo, que establece una distinción fundamental entre forma y materia. A esta distinción se unen otras: movimiento/pasividad, masculino /femenino, alma/cuerpo... En el dualismo que establece Aristóteles, la forma se corresponde con lo masculino, el movimiento, el alma; mientras que la materia se identifica con lo femenino, lo pasivo, el cuerpo.

En la reproducción se produce una transmisión de la forma. El ser adquiere identidad a través de la forma, que está en el semen del hombre. La materia, lo que proporciona el cuerpo a la criatura, se encuentra en potencia en la sangre femenina, “una masa de líquido crudo, impuro, no elaborado, inerte y amorfo”. Para que esa materia pase de la potencia al acto necesita el principio del movimiento, que lo proporciona el fluido masculino: el esperma. No puede haber engendramiento sin materia y tampoco sin forma, pero la materia, que se corresponde con lo femenino, tiene una valoración negativa para Aristóteles. La forma que se encuentra en el semen es la que determina la materia de la criatura, esto es, que se transmite la forma masculina.

Entonces, ¿cómo se engendra una niña? Aristóteles explica esto por defecto: se engendra una niña cuando ocurre algo que impide que se engendre un niño, ya sea porque el padre sea muy joven, o muy viejo, o esté enfermo. Esto significa que existe un único modelo de forma, el modelo masculino, y que todo lo que no es esa forma se explica por defecto: lo femenino es una excepción de la forma que ha de ser explicado como una malformación.

La mujer es una deformación que se produce cuando no hay suficiente calor en el proceso de reproducción. La mujer, para Aristóteles, es un fracaso de naturaleza. No indica Aristóteles cómo un fracaso, una malformación puede ser absolutamente imprescindible para el ciclo de la vida. Para Aristóteles, sólo existe un sexo: el hombre. Las mujeres son simplemente malformaciones de ese sexo único. 

Thomas Laqueur nos muestra en su obra La construcción del sexo que los argumentos de Aristóteles sobre su modelo del sexo único se mantuvieron como argumento de autoridad indiscutible hasta el siglo XVIII. En la Roma del siglo II, Galeno mantuvo y difundió las tesis de Aristóteles sobre el sexo único y la idea de la mujer como malformación. En aquella época, estaba prohibida la disección o autopsia de cadáveres humanos. Así, Galeno realizó disecciones sobre todo en cerdos y monos y proyectó lo que había aprendido sobre estos animales a la anatomía humana. Galeno comenzó a situar los órganos internos en el cuerpo humano, extrapolando las informaciones que había observado en las autopsias y las vivisecciones realizadas sobre animales. Con esta confusión en el conocimiento de la organización de los órganos internos, se comenzó a suponer que las mujeres tenían los mismo órganos que los cuerpos masculinos, pero invertidos en el interior del cuerpo.

Galeno fue considerado la autoridad en el campo de la anatomía hasta el siglo XVI, cuando Vesalio se atrevió a poner en duda la doctrina galénica. Sin embargo, cabe destacar que hacia el siglo XIII ya se comenzaron a realizar disecciones en Bolonia, propagándose pronto la práctica a Padua, Montpellier y Lérida. Pronto se crean los teatros anatómicos, cuya estructura arquitectónica estaba basada en el estudio anatómico del ojo. Estos teatros anatómicos estaban dispuestos de tal forma que el público, los estudiantes, podía ver la disección del cadáver que realizaba el médico-maestro. 

Sin embargo, a pesar de realizar ya disecciones en cadáveres humanos, las teorías de Galeno no pierden su validez. Seguía siendo más poderoso el criterio de autoridad que la percepción sensorial. Lo que se percibe con los sentidos está condicionado y, en ese momento, ante la autoridad de Galeno, pesaba más el texto que lo que los ojos observaban en los cadáveres abiertos.

No será hasta el siglo XVI, que Vesalio, realizando disecciones, se dio cuenta de la cantidad de errores que existían en los textos galénicos. Sin embargo, a pesar de corregir los errores de Galeno en cuanto los órganos internos, Vesalio y todos los demás anatomistas que practicaban disecciones en cuerpos humanos seguían manteniendo la tesis de que los órganos femeninos eran analogía de los masculinos. El modelo del sexo único se mantendría hasta más allá del siglo XVIII.

6.4.12

Platón: el modelo de los tres sexos

Las categorías de sexo han cambiado a lo largo de la historia. Hoy en día, se utilizan criterios diferentes para determinar el sexo; criterios que, con seguridad, volverán a cambiar en un futuro. La biología tiene su propia historia social. Podemos rastrear, en diferentes tiempos y en diferentes culturas, formas diversas de considerar los sexos. 


Platón introduce en su diálogo Banquete, en boca de Aristófanes, un mito en el que reconoce la existencia de tres sexos y de tres prácticas sexuales diferentes. Según este mito, hubo un tiempo en el que existían tres sexos: “tres eran los sexos de las personas, no dos, como ahora, masculino y femenino, sino que había, además, un tercero que participaba de estos dos, cuyo nombre sobrevive todavía, aunque él mismo ha desaparecido [el andrógino]” (PLATÓN, “Banquete” en Diálogos, Madrid, Gredos, 1992, vol. III, p. 222). 

 Al hablarnos de un mito, se puede considerar que se refiere a realidades que no existen; sin embargo, sabemos que las personas andróginas sí existen. A partir de la fantasía dice cosas que son reales: los cuerpos redondos no existen ni han existido, pero las personas andróginas sí. Existen, pero “en la ignominia” (Ibíd).



Las personas eran entonces redondas, con dos caras mirando en direcciones opuestas, cuatro piernas, cuatro brazos, cuatro orejas y dos órganos sexuales. Estas personas conspiraron contra los dioses y Zeus decidió cortarlos en dos mitades para hacerlos más débiles. Entonces, cada parte vivía buscando la mitad de la cual fue separada, y surgen así tres prácticas sexuales diferentes: la heterosexual, la lésbica y la homosexual. Nos dice Platón:

Cuantos hombres son sección de aquel ser de sexo común que entonces se llamaba andrógino son aficionados a las mujeres, y pertenece también a este género la mayoría de los adúlteros; y proceden también de él cuantas mujeres, a su vez, son aficionadas a los hombres y adúlteras. Pero cuantas mujeres son sección de mujer, no prestan mucha atención a los hombres sino que están más inclinadas a las mujeres, y de este género proceden también las lesbianas (Ibíd., p. 226).

En este fragmento, Platón menciona el lesbianismo; de hecho, ésta es la única referencia que existen en la literatura clásica de Atenas que reconoce explícitamente la existencia de la homosexualidad femenina. Platón continúa su relato valorando la homosexualidad masculina de forma muy positiva, superior a la heterosexualidad:

Éstos [los homosexuales, que proceden de sección de varón] son los mejores de entre los jóvenes y adolescentes, ya que son los más viriles por naturaleza. Algunos dicen que son unos desvergonzados, pero se equivocan. Pues no hacen esto por desvergüenza sino por audacia, hombría y masculinidad, abrazando lo que es similar a ellos. Y una gran prueba de esto es que, llegados al término de su formación, los de tal naturaleza son los únicos que resultan valientes en los asuntos políticos (Ibíd., p. 226-227).

Los homosexuales son más viriles por naturaleza, nos dice Platón, pues proceden de un ser completamente masculino y no tienen en sí ninguna parte femenina. Platón privilegia lo masculino por encima de todo, y la homosexualidad masculina es considerada como la práctica sexual más perfecta. Esta apreciación cambiará con el cristianismo, al considerar que la sexualidad sólo tiene que darse con el fin de la reproducción. Además, observamos que para Platón los homosexuales eran los hombres más viriles, mientras que actualmente la homosexualidad se considera como una feminización de los varones.

La relación que Platón nos está describiendo aquí es una relación homosexual pederasta. La pederastia homosexual no era sólo una práctica sexual sino un método de aprendizaje, una formación. Esta práctica, en la Antigua Grecia, estaba regulada: un menor de veintiún años (erómeno) se unía con un adulto (erastés), y en esa relación se realizaba un intercambio, tanto físico como intelectual. La forma de la práctica sexual también estaba reglada: el joven debía mantener una actividad sexual pasiva e, incluso, no sentirse atraído sexualmente hacia su amante mayor, mientras que el adulto tenía un rol activo. El hombre mayor educaba, protegía y amaba al joven, quien le proporcionaba a su vez belleza y juventud.

Platón conecta al sexo masculino con el sol, al sexo femenino con la tierra, y al sexo andrógino con la luna, que participa de los dos. Observamos aquí una conexión con el mito de la caverna platónico: lo masculino se asocia con el sol, que es el símbolo de lo más elevado, del bien. Así pues, Platón valora positivamente al sexo masculino, mientras que vincula al sexo femenino con lo terrenal, que tiene una valoración negativa en Platón.

Nota: el vídeo es una canción llamada "The origin of love" de la película Hedwig and the angry inch. Tras la lectura de este mito de Platón, yo prefiero hacer hincapié en la idea del tercer sexo que en la idea del origen del amor romántico como búsqueda de la otra mitad, etc. Pero aún así, es una canción que repasa bastante bien el mito. 

4.4.12

Cuerpos genderqueer


Como tengo comprobado que una imagen, en muchas ocasiones, dice mucho más que mil palabras, aquí inauguro mi sección de fotografías transgresoras con las normas de género, sexo y sexualidad.

3.4.12

Homenaje a Adrienne Rich


La semana pasada, el día 27 de marzo, moría Adrienne Rich a los 82 años en Santa Mónica (California). Adrienne Rich fue una poeta, una activista y una teórica lesbiana. En el año 1980 publicó el que sería el más conocido de sus textos, "Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana", en el que critica la obligatoriedad de la heterosexualidad en nuestra sociedad y en el que sugiere que la existencia lesbiana puede ser potencialmente liberadora para todas las mujeres. 


Aparte del texto completo, dejo aquí unos fragmentos de "Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana":

[…]

La existencia lesbiana significa tanto romper el tabú como rechazar un modo de vida obligatorio. Es, además, un atentado directo o indirecto contra el derecho masculino de acceso a las mujeres. Pero aunque puede que empecemos a percibirlo en principio como una forma de decir no al patriarcado, como un acto de resistencia, es más que todo eso. Por supuesto he incluido la asunción de roles, el odio dirigido a una misma, el colapso nervioso, el alcoholismo, el suicidio y la violencia entre mujeres, por lo que sería muy peligroso idealizar lo que significa amar y actuar contra corriente y estar sujetas a fuertes penurias; y lo sería aún más teniendo en cuenta que la existencia lesbiana se ha vivido (a diferencia de la existencia, por ejemplo, judía o católica) sin acceso a conocimiento alguno de tradición, continuidad o fundamento social.

La destrucción de archivos, recuerdos y cartas que documentan las realidades de la existencia lesbiana tiene que ser considerada seriamente como medio para mantener la obligatoriedad de la heterosexualidad en las mujeres, dado que lo que se ha mantenido fuera del alcance de nuestro conocimiento es alegría, sensualidad, coraje y colectividad tanto como culpabilidad, autotraición y dolor.

Históricamente a las lesbianas se les ha negado una existencia propia al incluirlas dentro de la homosexualidad masculina, considerándolas cómo otra versión de lo mismo. Igualar la existencia lesbiana a la homosexualidad masculina porque las dos están estigmatizadas es negar y borrar la realidad femenina una vez más. El separar a aquellas mujeres estigmatizadas como “homosexuales” o “gay” del complejo continuum de la resistencia femenina, resistencia a la esclavitud, e incluirlas en el patrón masculino, es falsificar nuestra historia.

[…]

El trabajo que queda por delante, la tarea de excavar y descubrir lo que yo denomino aquí “existencia lesbiana”, es potencialmente liberadora para todas las mujeres. Es un trabajo que seguramente tiene que ir más allá de los límites de los estudios de mujeres occidentales de raza blanca y de clase media para examinar las vidas, el trabajo y las agrupaciones de mujeres en cada estructura racial, étnica y política. Hay diferencias, además, entre la “existencia lesbiana” y el “continuum lesbiano”, diferencias que podemos distinguir incluso en el desarrollo de nuestras propias vidas. El continuum lesbiano, mantengo, necesita ser delineado en vista de la “doble vida” de las mujeres, no sólo de aquéllas que se autodenominan heterosexuales sino también de las que se autodenominan lesbianas.

[…]

2.4.12

El antisexismo no es un asunto particular

Durante el Febrero Feminista se celebró una charla sobre el Machismo en los movimientos sociales en el contexto zaragozano. Se comentaron muchas cosas interesantes, pero hay una en particular que me ha venido acompañando desde esa tarde. Además, últimamente me recomendaron este texto de Fugitivas del Desierto que da mucho que pensar a este respecto.

Se comentó en la charla del Febrero Feminista la reticencia que se había observado en los hombres a tomar parte en los movimientos antisexistas. Se realizó una interesante comparación entre esta actitud y la de las mujeres frente a los movimientos antimilitaristas: las mujeres se posicionaron a favor de la lucha antimilitarista ya que, aunque eran los hombres los que hacían la mili en este país, se consideraba que el problema era más amplio y profundo, y ellas se sentían interpeladas por esa lucha. Sin embargo, se sigue considerando que el feminismo es un asunto particular de las mujeres. ¿Por qué son incapaces o tan reticentes a posicionarse junto a nosotras? ¿Cómo no son capaces de ver que el sexismo y el heterosexismo también les afectan? Y, aunque no les afectase, ¿tan difícil les resultaría mostrar su apoyo? ¿Existe cierto miedo a perder una posición de privilegio bien arraigada? ¿Existe alguna pérfida conexión entre ser feminista y ser mujer, por lo tanto un hombre feminista es un hombre afeminado? ¿La identidad de género masculina exige no ser feminista?

Se llegó a comentar que el feminismo ha provocado, en el contexto de los movimientos sociales de Zaragoza, “rupturas dolorosas y sangrantes”. ¿Cómo es posible que una lucha contra el sexismo pueda causar esas rupturas? ¿Tendría sentido decir que las luchas antiracistas, anticapitalistas, antimilitaristas, etc., han causado rupturas en algún movimiento social?

¿Por qué hay personas blancas luchando contra el racismo, heterxs y gente cisgénero en colectivos LGTBQI, y no hay apenas hombres en movimientos antisexistas?

Las luchas antisexistas y antiheterosexistas no son un asunto particular que sólo afecte a las mujeres y a personas LGTBQI. Los asuntos de las identidades de sexo y género y de las sexualidad no normativas no son particulares. El mero hecho de considerar que son particulares es ya un ejercicio de opresión. Considerar a estas personas como minorías y no como representativas de lo humano es una marginación que les arroja al lugar de lo abyecto. Aún no se ha comprendido en los movimientos sociales que los discursos de las mujeres y de las personas con sexualidades, sexos y géneros no normativos ofrecen perspectivas que ayudan a cuestionar los propios privilegios y a adoptar una perspectiva crítica. Hablar de mujeres tiene que ver con los hombres; hablar de lesbianas tiene que ver con las personas heterosexuales: los géneros, y las sexualidades, están conectados, no se entienden unas categorías sin las otras. El lesbianismo no está fuera del esquema, por lo que dice mucho sobre la heterosexualidad.

Así pues, parece que hay unas luchas que son consideradas como universales y otras como particulares. Las luchas obreras, las luchas antiracistas, las luchas contra la corrupción de la política y la banca, etc., son entendidas como luchas universales que nos afectan a todas las personas. No se comprende todavía que el machismo nos recorre y nos atraviesa a todas las personas, que no somos seres atomizados, monádicos, que no somos sujetos soberanos que podamos elegir qué nos afecta y qué no. Todos estos mecanismos de exclusión nos racializan, nos generizan, nos sexúan, nos sexualizan, nos clasifican económicamente. No hay luchas particulares frente a luchas universales que sean más importantes.

Deberíamos, sin embargo, pararnos a pensar en por qué se privilegian unas luchas por encima de otras que están sin duda conectadas y que se complementan; deberíamos pensar en qué mecanismos de exclusión y qué ejercicios de marginación estamos reforzando cuando despreciamos unas luchas por considerarlas un asunto personal o particular que no afecta a lo que se considera representativo de lo humano.