Words can wound.
Medicine can be very cruel in diagnostic terms.
John Money
Medicine can be very cruel in diagnostic terms.
John Money
John Money en Sex errors of the body and related syndromes: a guide to conseling children, adolescents and their families, reconoció que las palabras diagnósticas de la medicina pueden herir, y consideraba que palabras como “hermafroditismo” o “intersexualidad” pueden ser demasiado estigmatizantes para las personas que nacen con un síndrome que afecta a sus órganos sexuales. Money decidió entonces utilizar el término “errores sexuales del cuerpo”. La palabra “error” le parecía menos estigmatizante porque creía que se refería a un error de la anatomía, no a un error de la persona. Podemos observar con esta terminología cómo la medicina moderna continúa considerando la intersexualidad como un error biológico. Milton Diamond y Hazle Beh, en su texto “Variations of Sex Development Instead of Disorders of Sex Development” prefieren utilizar las palabras “variaciones del desarrollo sexual”.
En 2006 se publicó un consenso para acuñar el término “Trastornos del Desarrollo Sexual” (Disorders of Sex Development) para referirse a la intersexualidad. Este consenso fue alcanzado por personas críticas con la terminología médica tradicional, que hablaba de «hermafroditismo», tales como activistas de la ISNA y personal médico especializado en intersexualidad.
Diamond y Beh reconocen que el consenso de 2006 ha realizado un importante avance al proponer más precaución a la hora de recomendar intervenciones quirúrgicas, sobre todo en bebés y niños pequeños. También aplauden que el consenso sostenga que el lenguaje que la medicina utiliza manda un mensaje importante a las madres y padres y a los pacientes. Sin embargo, consideran que la nomenclatura propuesta por el consenso, “Desórdenes del desarrollo sexual”, mantiene la idea de que las intersexualidades, las variaciones del desarrollo sexual, suponen un desorden que tiene que ser tratado quirúrgicamente.
Diamond y Beh consideran innegable el hecho de que las palabras pronunciadas por la clase médica afectan más allá del tratamiento médico: afectan socialmente, legalmente y, sobre todo, afectan a individuos que han de vivir toda una vida con la etiqueta diagnóstica que la clase médica le impone. Consideran que términos como “desórdenes” o “errores” son demasiado patologizantes y, además, demasiado estrechos. Las variaciones del desarrollo sexual abarcan cuestiones relativas no sólo al sexo, sino a la identidad sexual, a la identidad de género, a la sexualidad y a la propia percepción del yo de cada persona.
La medicina, al considerar las intersexualidades como desórdenes realiza un juicio de valor sobre la normalidad del desarrollo sexual de las personas. La medicina observa variaciones en el desarrollo sexual humano y a partir de esa observación establece una normalidad y un protocolo de actuación contra todo aquello que se desvíe de la normalidad establecida. Para Milton y Beh, esta actitud es arrogante y consideran que la medicina debería ser más humilde y compasiva. Milton y Beh consideran que el término que proponen, variaciones del desarrollo sexual, no emite juicios de valor y, además, no prohíbe ni ordena ningún tipo de intervención médica, dejando esa decisión en manos de la persona afectada.
Sin embargo, ¿tienen sólo un posible efecto invariable las palabras? ¿La palabra "desorden" siempre va a estigmatizar y herir, inequívocamente? ¿No existiría, quizás, la posibilidad de resignificar y reapropiarse positivamente la palabra "desorden"?
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