Monique Wittig es una pensadora francesa, afincada después en Estados Unidos, que se inscribe dentro del llamado feminismo radical, corriente que pretende, como su propio nombre indica, hallar la raíz del problema de la opresión de las mujeres.
Wittig escribe desde una posición feminista y marxista, y por otra parte se nutre de Simone de Beauvoir, la primera persona que se ocupó de las cuestiones relativas a la opresión de las mujeres desde una perspectiva filosófica. El más célebre de los ensayos de Wittig, “No se nace mujer” (1981), toma claramente la también más célebre formulación de Beauvoir en El segundo sexo (1949): “No se nace mujer, se llega a serlo”. Wittig lleva a Beauvoir hasta sus consecuencias no formuladas. Beauvoir solamente problematiza el género, proponiendo que no es algo fijo y dado sino un proceso cultural; Wittig extiende este planteamiento al sexo: pone en cuestión, explícitamente, la naturalidad del sexo. Para Wittig si el cuerpo natural es una ficción, también lo es el sexo natural. El sexo siempre fue género. El sexo, como el género, es una norma que hay que cumplir y encarnar; “hombres” y “mujeres” son categorías políticas, no naturales.
En palabras de la propia Wittig:
Hoy, nociones como raza y sexo son entendidas como un dato inmediato, sensible, un conjunto de características físicas, que pertenecen a un orden natural. Pero, lo que creemos que es una percepción directa y física, no es más que una construcción sofisticada y mítica, una formación imaginaria que reinterpreta rasgos físicos (en sí mismos tan neutrales como cualquier otro, pero marcados por el sistema social) por medio de la red de relaciones con que se los percibe. (WITTIG, “No se nace mujer” en El pensamiento heterosexual y otros ensayos, Egales, Madrid, 2006, p. 34).
Hoy, nociones como raza y sexo son entendidas como un dato inmediato, sensible, un conjunto de características físicas, que pertenecen a un orden natural. Pero, lo que creemos que es una percepción directa y física, no es más que una construcción sofisticada y mítica, una formación imaginaria que reinterpreta rasgos físicos (en sí mismos tan neutrales como cualquier otro, pero marcados por el sistema social) por medio de la red de relaciones con que se los percibe. (WITTIG, “No se nace mujer” en El pensamiento heterosexual y otros ensayos, Egales, Madrid, 2006, p. 34).
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