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26.12.12

Historia trans: Einar Wegener / Lili Elbe


     Magnus Hirschfeld, sexólogo alemán, judío y homosexual, fue activista por los derechos de los homosexuales y, además, uno de los primeros médicos en realizar operaciones de reasignación de sexo a personas transexuales, sobre todo MtF[1]. Hirschfeld señala que la primera operación de reasignación sexual se realizó en Berlín en 1912, aunque fue incompleta[2]. Más tarde, Hirschfeld realizó alguna de las operaciones de cambio de sexo a Einar Wegener/Lili Elbe. Einar Wegener nació en Dinamarca en 1882 y fue asignado al sexo masculino tras su nacimiento. Vivió la mayor parte de su vida como hombre, siendo un pintor reconocido, casado con la también pintora Gerda Wegener. La historia de Einar/Lili es uno de los primeros casos documentados de cirugía de reasignación sexual. Einar comenzó a travestirse para posar para Gerda, que necesitaba modelos femeninas. Poco a poco, fue pasando más y más tiempo como mujer y se presentaba socialmente como la hermana de Einar.
         Dos veces fue diagnosticado como homosexual. Después, fue diagnosticado como intersexual: tenía rudimentarios órganos sexuales femeninos y altas cantidades de estrógenos en sangre. Viajó a Alemania para someterse a cirugías de reasignación de sexo. Tras cuatro cirugías, ya viviendo como Lili Elbe, el rey de Dinamarca invalidó su matrimonio con Gerda. Lili planeó volver a casarse tras la quinta cirugía, una vaginoplastia, pero no pudo celebrar su boda: murió por problemas cardiacos, seguramente derivados de las operaciones anteriores.
         La historia de Einar/Lili se recoge en Man Into Woman, el primer documento parcialmente autobiográfico de una persona MtF, que se basa en cartas de Einar/Lili y partes de su diario. Esta biografía, editada en 1933, fue uno de los primeros escritos que sostenían que había hombres que creían ser mujeres pero que no eran homosexuales. De hecho, muestra el deseo sexual de Einar como diferente del de Lili: cuando era Einar, estaba felizmente casado con Gerda, sin embargo, cuando pasa a ser Lili, su deseo sexual se dirige hacia los hombres. Además, este texto es considerado como importante en la historia de la sexualidad porque separa la orientación sexual de la identidad de género[3].


         Sandy Stone, pese a valorar que se trata de un documento en parte autobiográfico, critica duramente este texto en The Empire Strikes Back[4]. Considera que refuerza los roles de género binarios. Muestra a Einar como un hombre sin ambigüedades, y a Lili como una mujer sin ambigüedades. Einar no es un travesti sino que comienza a travestirse porque Gerda le pide que pose de manera femenina para su pintura. Además, Lili se presenta como una mujer para los hombres: no busca la feminidad en su cuerpo para disfrutarla ella misma, sino que busca que la feminidad sea leída e interpretada como tal a los ojos de los hombres que la rodean. En Man Into Woman, para Stone, Lili aparece descrita sobre todo en relación a su maquillaje y a sus vestidos. Además, se describe cómo Lili abraza la vulnerabilidad que supuestamente viene con la feminidad.




[1]    MtF es la forma abreviada para “Male to Female”, fórmula con la que se designa a las personas que han sido consideradas en su nacimiento como hombres y que pasan por el proceso hormonal y quirúrgico que les permite obtener un cuerpo considerado como femenino.
[2]    Véase: HIRSCHFELD, Sexuelle Zwischenstufen: Sexualpathologie, Bonn, A. Marcus & E. Weber, 1918l.
[3]    ALDRICH, Robert y WOTHERSPOON, Garry, Who's Who in Contemporary Gay and Lesbian History: From World War II to the Present Day, London: Routledge, 2001.
[4] STONE, Allucquére Rosanne, "The Empire Strikes Back: A Posttranssexual Manifesto", en The Transgender Studies Reader, STRYKER y WHITTLE (eds.), New York, Routledge, 2006.

22.7.12

Fausto-Sterling sobre la neutralidad de la ciencia

Anne Fausto-Sterling


Anne Fausto-Sterling, en su texto “Life in the XY Corral”, sostiene la tesis de que las ideologías dan forma a la biología evolutiva contemporánea. La dirección de los estudios, el tema a estudiar, el alcance del campo de investigación se ven afectados por diferentes instancias políticas, culturales y sociales. Así, personas que realicen sus investigaciones científicas en otras culturas, bajo otros sistemas de creencias, pueden construir otros sistemas científicos diferentes pero igualmente válidos desde un punto de visto científico.

Fausto-Sterling considera que las creencias científicas son establecidas por las personas que hacen ciencia y por la literatura científica; así pues, al ser contingentes y fruto de acuerdos dentro de la comunidad científica, éstas pueden volver a cambiar. Fausto-Sterling cita al historiador de la ciencia Jan Sapp para explicar el proceso de producción de ciencia: “Los y las científicas se dedican a una lucha por la autoridad científica. Lo que está en juego en esta lucha es el poder para imponer las definiciones de los campos: qué cuestiones son importantes, qué fenómenos interesan, qué técnicas son adecuadas, y qué teorías son aceptables”. Todas estas cuestiones son fruto del quehacer científico, por lo que pueden cambiar con diferentes formas de hacer ciencia. Fausto-Sterling cree que las ideas occidentales sobre raza, género y clase han dejado su impronta en el campo de la biología evolutiva.

Desde los estudios sociales la ciencia se sostiene que la investigación científica forma parte de nuestros sistemas políticos, sociales y culturales. Esta forma de ver la ciencia rechaza la idea de que las personas que hacen ciencia son agentes totalmente independientes y objetivos, capaces de encontrar verdades puras, sin limitaciones. Fausto-Sterling, que se adscribe a esta forma de análisis de las ciencias, matiza que no es que exista una correlación entre las creencias y los prejuicios de los individuos que hacen ciencia y el trabajo que producen, sino que los sistemas científicos reflejan de alguna manera nuestras creencias, así como las luchas políticas que existen alrededor de cuestiones como raza, género o clase. Esto no quiere decir que la presencia de esta huella política, social y cultural convierta a estas teorías científicas en erróneas e incoherentes. Todo lo contrario, la autora considera que gran parte del poder de la biología molecular contemporánea se encuentra en sus capacidades explicativas de procesos que tienen que ver con raza, género y clase.

Así pues, enmarcándose en los estudios sociales de la ciencia, Fausto-Sterling pretende dilucidar en qué sentido y hasta qué punto podemos considerar que el conocimiento científico está enraizado en la vida social. Fausto-Sterling concluirá que la imposibilidad de la ciencia de salir del binarismo mujer-hombre lleva a las personas que hacen a ciencia a ignorar datos que encajarían en sistemas científicos que podrían aceptar la existencia de estadios intermedios de sexo.

Como Donna Haraway (en Crystals, fabrics, and fields: Metaphors of organicismm in 20th century development biology) y Evelyn Fox Keller (en Reflexiones sobre género y ciencia), Fausto-Sterling analiza el uso del lenguaje y la elección de las metáforas que se utilizan para el desarrollo de las teorías científicas. Fausto-Sterling analiza en “Life in the XY Corral” el papel de la elección del lenguaje en la producción de teorías sobre el desarrollo sexual de mujeres y de hombres. Considera que asunciones inconscientes sobre el género, escondidas en el lenguaje que se utiliza para escribir sobre él, han contribuido a crear teorías que ella considera inverosímiles sobre el desarrollo sexual humano.

David Page, jefe del Corral XY en el MIT
Una de estas teorías inverosímiles es el descubrimiento de un gen que determina el sexo en el cromosoma Y. el doctor David Page, que tiene un laboratorio en el MIT que llama el Corral XY, es el investigador qeu afirma haber encontrado este gen. Page cree que hay un gen en el cromosoma Y que causa la masculinidad. Sin embargo, este gen se ha encontrado también en el cromosoma X. ¿Entonces? Page nos explica que en el cromosoma X este gen es pasivo, mientras que en el cromosoma Y es activo. Ah. 


Este artículo explora el trabajo científico sobre la determinación sexual atendiendo a tres instancias: 1.- El uso del lenguaje del hombre. 2.- La representación de lo masculino como presencia y de lo femenino como ausencia. 3.- El tratamiento de la categoría de sexo como un dualismo sin complicaciones.

Con respecto al uso del lenguaje masculino en la literatura científica sobre el desarrollo sexual, Fausto-Sterling apunta a que normalmente el término “hombre” se apropia del universal de “ser humano”, pero que en los escritos científicos el universal “ser humano” se refiere sólo al hombre. Así, cuando los estudios se refieren al desarrollo sexual, muestran sólo el desarrollo sexual masculino. Aunque la fórmula “desarrollo sexual” parezca inclusiva, no lo es, y los mecanismos de la determinación sexual femenina están invisibilizados, silenciados y sin investigar.

Por otra parte, Fausto-Sterling nos hace notar que continuamos en la lógica de la ausencia y de la presencia que operaba en la teoría aristotélica del sexo único. La diferenciación sexual femenina está determinada por la ausencia de algo, una mujer surge cuando falta algo. Esta lógica sigue funcionando en la forma de explicar el desarrollo sexual de los humanos en la ciencia contemporánea. 

Por último, Fausto-Sterling hace hincapié en visibilizar las complicaciones del sexo: ¿cómo se determina el sexo? ¿Es la presencia o ausencia de un gen en el cromosoma Y? ¿Son los genitales externos? ¿Son otras características corporales? Estas preguntas no tienen fácil respuesta pues, incluso biológicamente hablando, el sexo no es una cuestión fácilmente determinable. 

10.7.12

Intersexualidades en la RAE


Inspirada por el libro Cuerpos desordenados, hoy me he entretenido en mirar en el Diccionario de la RAE acepciones de términos relacionados con las intersexualidades.


intersexualidad.

 1. f. Med. Cualidad por la que el individuo muestra, en grados variables, caracteres sexuales de ambos sexos.


seudohermafrodita.

 1. adj. Dicho de una persona: Que tiene la apariencia, más o menos completa, del sexo contrario, conservando la gónada de su sexo verdadero. U. t. c. s.

~ femenino.

1. m. seudohermafrodita que tiene tejido ovárico y apariencia de varón.

~ masculino.

1. m. seudohermafrodita que tiene tejido testicular y apariencia de mujer.



hermafrodita

(Del fr. hermaphrodite)

1. adj. Que tiene los dos sexos.

2. adj. Dicho de una persona: Con tejido testicular y ovárico en sus gónadas, lo cual origina 

anomalías somáticas que le dan la apariencia de reunir ambos sexos. U. t. c. s.

3. adj. Bot. Dicho de un vegetal: Cuyas flores reúnen en sí ambos sexos.

4. adj. Se dice de estas flores.



Algunas observaciones:

Se hacen referencias constantes a los dos sexos, a ambos sexos.  

Se hace referencia al hermafroditismo en plantas y en personas, pero no en animales, cuando se sabe que en el mundo animal la intersexualidad es más que común.

Se dice que la presencia de tejido ovárico y testicular provoca anomalías somáticas que dan la apariencia (¿sólo la apariencia?) de reunir ambos sexos (¿sólo dos?).
Se continua con la división decimonónica que divide el hermafroditismo verdadero del pseudohermafroditismo.

Al hablar del pseudohermafroditismo, se maneja la idea (también decimonónica) de que bajo la apariencia ambigua se esconde el sexo verdadero de la persona, que viene determinado por las gónadas. Así, las gónadas separan entre seudohermafroditas masculinos y femeninos, lo que Fausto-Sterling venía a llamar merms y ferms. Ya he expuesto anteriormente las críticas a este modelo

1.7.12

El último verano de la Boyita

 
El último verano de la boyita (2009) es una película dirigida por Julia Solomonoff que trata el tema de la intersexualidad en la adolescencia temprana. Jorgelina es una niña que va a pasar las vacaciones al campo con su padre. Allí, entabla amistad con Mario, un niño que resultará ser diferente al resto de los chicos.

Había ya leído muy buenas críticas sobre El último verano de la boyita. Alejandro Modarelli habla de ella en el libro Un cuerpo, mil sexos (una de las pocas publicaciones en castellano sobre intersexualidades), en el artículo "El gozo de los raros eventos, la potencia del lenguaje: "diagnóstico" de intersexualidad en la cultura". Modarelli considera que El último verano de la boyita, al contrario que la película XXY (2007) y que el best seller Middlesex de Jeffrey Eugenides (2002), se aleja del discurso biomédico o normativizador, y de las reglas del mercado. Compara, en este sentido, esta película con el diario de Herculine Barbin que sacó a la luz Michel Foucault.

Sin embargo, sí que aparece la sombra y la amenaza del discurso médico sobre Mario. Su familia se despreocupó de su condición intersexual. Al ver que Mario estaba sano, no pensaron que tenían que llevarle al médico. El padre de Jorgelina, que es médico, insiste en que sí que tendrían que haber hecho pruebas a Mario, y se ofrece para iniciar ahora el proceso de tratamiento que Mario necesita. La identidad de Mario se medicaliza en este momento. Ya no es Mario, es un síndrome, un trastorno, un desorden. El doctor pretende llevarle a Buenos Aires, a elegir tratamiento. Al intervenir el médico en la vida de Mario su madre se angustia, su padre le agrede, Mario se escapa.

Sin embargo, a pesar de la despreocupación en torno al tema, hay extrañeza en el tratamiento que recibe. Desde el invierno, momento en el que comenzó a tener la regla, duerme aislado fuera de las dependencias de la casa. Los chicos del pueblo le tratan de forma extraña. 

Esta extrañeza sostenida explota en el momento en el que un médico aparece para decir que Mario tiene un problema. Si bien no se utiliza el discurso médico, con palabras pronunciadas, en la película, podemos ver sus efectos perniciosos sobre las relaciones interpersonales y sobre la identidad de la persona afectada. 

La parte masculina de la familia de Mario reacciona de forma violenta. Mario se escapa, y vuelve justo a tiempo para participar un torneo en el que tiene que probarse como hombre. ¿Por qué tiene que probar, pregunta Jorgelina, por si no le gusta?

Pasa la prueba, gana la carrera ante uno de los chicos que peor le trata, el más viril, el más mayor. ¿Qué pasará después? ¿Será suficiente para "probarse como hombre"? ¿Quiere Mario tener que probarse como hombre?

No sabemos qué pasará con Mario. Jorgelina se va, y es ella la única a la que Mario le ha contado él mismo su secreto. La reacción de Jorgelina tras escuchar lo que Mario le susurra al oído: "A mi abuela le salen bigotes. Igual me gustas así". A Jorgelina le da igual que Mario tenga pechos, que Mario menstrúe, le da igual todo lo que a su padre, el médico, le parecían motivos para iniciar un tratamiento. 

Tengo que volver a ver XXY para comparar la presencia de los discursos medicalizados en ambas películas. Pero ya puedo decir que en esta película me ha causado gran angustia la intervención del médico en la identidad de Mario y, si bien no sabemos los efectos que esta intervención tendrán en Mario, vista la reacción de su entorno familiar, no puedo augurar nada bueno.




 

27.6.12

Fausto-Sterling y los cinco sexos


En la cultura occidental existe la creencia profundamente arraigada de que hay sólo dos sexos. Incluso el lenguaje con el que hablamos no nos permite referirnos a personas que no sean ni mujer ni hombre. Pero esta obsesión sociocultural desafía la naturaleza. La biología nos muestra que hay muchas variaciones ente el sexo femenino y el masculino. Fausto-Sterling considera, en su artículo "The five sexes", que se pueden establecer, al menos, cinco sexos. Ella establece cinco, pero advierte al mismo tiempo de que el sexo es una instancia demasiado amplia, un continuo maleable que desafía la estrechez de incluso cinco categorías. La propia Fausto-Sterling advierte de que ninguna clasificación puede ni siquiera sugerir la variedad existente en la anatomía sexual humana.

Hermafrodita durmiendo, S. II D.C. 

Las cinco categorías de las que nos habla Fausto-Sterling son: mujeres, hombres, herms, merms y ferms. Mujeres y hombres son las dos categorías sexuales reconocidas en nuestras sociedades occidentales. Entre estas dos categorías, existe un continuo sexual en el que se encuentran todas los tipos de intersexualidades existentes. Fausto-Sterling clasifica estas intersexualidades en tres grupos diferenciados. Los herms son las personas que han sido clasificadas como hermafroditas verdaderos: personas que tienen tejido gonádico ovárico y testicular al mismo tiempo. Este tejido gonádico puede darse separada y bilateralmente (un ovario, un testículo), o puede darse al mismo tiempo en el mismo órgano, formando lo que se conoce como ovotestículo.


Merms y ferms corresponden a otros tipos de intersexualidad que no son consideradas como hermafroditismo verdadero: aquello que se ha llamado desde el siglo XIX pseudohermafroditismo. Las personas merm (hermafroditas masculinos) tienen testículos, cromosomas XY, no tienen ovarios, y poseen genitales feminizados, esto es, vagina y clítoris; en la pubertad, normalmente desarrollan pechos y no menstrúan. Las personas ferm (hermafroditas femeninos), por otra parte, tienen ovarios, cromosomas XX, y genitales exteriores masculinizados. Sin intervención médica, las personas ferm pueden desarrollar barba, voz profunda y penes de talla considerada como estándar.


En esta clasificación de Fausto-Sterling subyacen varias ideas: por un lado, mantiene la división ente hermafroditas verdaderos y pseudohermafroditas con un sexo verdadero escondido bajo una apariencia ambigua; por otra parte, centra la feminidad o masculinidad de las personas pseudohermafroditas en el tejido gonadal y en la configuración cromosómica. Para esta autora, son hermafroditas masculinos las personas que, a pesar de tener un aspecto totalmente femenino, poseen testículos y cromosomas XY. Al contrario, son hermafroditas femeninos las personas que tienen cromosomas XX y ovarios, aunque su aspecto exterior, incluso el de sus genitales externos, sea considerado como masculino.


Suzanne Kessler, en una carta que escribió a la revista
The Sciences para comentar el artículo de Fausto-Sterling “The five sexes”, critica la clasificación de las personas en cinco sexos. Considera que la propuesta de Fausto-Sterling continúa dándole una importancia excesiva a los genitales “naturales”, aunque abra esta naturalidad a cinco sexos y salga del binarismo. Kessler cree que ignora el hecho de que las atribuciones de género se hacen en nuestro día a día sin tener acceso a inspecciones genitales.

Del LaGrace Volcano, Jack Unveiled, 1994.

LA UTOPÍA DE FAUSTO-STERLING

En su artículo “The five sexes” Fausto-Sterling nos muestra cuál sería la situación que ella considera ideal para el libre desarrollo de las identidades de sexo, género y sexualidades. Fausto-sterling nos invita a pensar un mundo en el que la comunidad científica ya no utilizara su saber para crear disciplinas que corrigen la intersexualidad, sino para preservar la vida. En la utopía de Fausto-Sterling se daría la oportunidad de que diferentes posibilidades sexuales se desarrollaran sin coacciones. En un mundo así, las oposiciones binarias de sexo y género se disiparían, así como la heterosexualidad obligatoria, cabe añadir.

Para Fausto-Sterling, un primer paso para la consecución a largo plazo de su utopía es que las intersexualidades dejen de ser borradas de la vista de la sociedad e ignoradas por la clase médica. Los tratamientos hormonales y quirúrgicos permiten a las madres, a los padres y a la clase médica el pensar que la intersexualidad se ha eliminado del cuerpo de la persona intervenida. Por ello, las personas intersexuales, infantes o adultas, tienen que ser abiertamente intersexuales, para poder mostrar así a la sociedad que no sólo existen las dos posibilidades vitales impuestas por las normas de género. Ser abiertamente intersexual, por supuesto, no es nada fácil en un sistema binario. Todo, desde nuestro nacimiento, está configurado para estar en una u otra categoría, así que las dificultades que una persona intersexual puede encontrar desde su infancia son numerosas; sin embargo, Fausto-Sterling considera que, a largo plazo, se puede conseguir así una sociedad en la que la sexualidad y el sexo sean algo que se celebre y no algo que se ridiculice o se esconda con temor. Es la sociedad en su conjunto la que tiene que hacer un esfuerzo para abrir las categorías rígidas de sexo, género y sexualidades, y no las personas intersexuales las que tienen que forzar sus cuerpos e identidades a encajar en un esquema binario que no da cabida a sus intereses, deseos, placeres, formas de estar en el mundo.

15.6.12

La tríada maravilla sobre intersexualidades: Suzanne Kessler

Suzanne Kessler completa, junto a Alice Dreger y Anne Fausto-Sterling, mi tríada maravilla de autoras sobre intersexualidades. Kessler, también feminista, estudia la intersexualidad desde una perspectiva psicológica, y la enmarca en sus análisis sobre la construcción cultural del sexo y del género. 

Ya en 1978 Kessler, junto a Wendy McKenna, afirmaba en su libro Gender: An Ethnomethodological Approach la construcción cultural del sexo. Kessler y McKenna insisten en que el sexo, lo que se ha considerado como biológico, es tan construido como el género. Las partes del cuerpo se ven como dicotómicas y esencialmente masculinas o femeninas, pero esta visión está construida ya socialmente. Las asunciones científicas sobre el sexo están marcadas socio-culturalmente. 

Kessler, además, ha escrito numerosos artículos sobre intersexualidades, así como el libro Lessons from the Intersexed. Ninguno de ellos está traducido. 

Kessler, en su texto “Meanings of gender variability”, indica tres razones por las cuales se realiza la cirugía genital infantil: porque salva vidas, porque mejora la calidad de vida y porque satisface necesidades sociales. Para Kessler, esta última razón aparece demasiado a menudo unida a las otras dos razones. Además, dice, es una hipótesis no probada: no se han realizado estudios que confirmen que los genitales “erróneos” o con “mal aspecto” conlleven consecuencias psicológicas fatales. Hoy en día, no se pueden hacer predicciones sobre el impacto de crecer con genitales ambiguos. Kessler se pregunta: no pudiendo predecir, ni para bien ni para mal, ¿se debe continuar satisfaciendo la necesidad de los progenitores de tener un/a hijo/a presentable? Las niñas y los niños deben llevar el fardo de ser aceptados o no, pero nunca se cuestiona que sean las madres, los padres, la clase médica, la sociedad, quienes acepten los genitales ambiguos. 

Fausto-Sterling, en Cuerpos sexuados, se hace eco de una nueva fórmula ideada por Kessler "para anunciar el nacimiento de un bebé XX afectado de hiperplasia adrenocortical congénita: «Felicidades. Tienen ustedes una hermosa niña. El tamaño de su clítoris y sus labios fusionados nos indican un problema médico subyacente que podría requerir tratamiento. Aunque su clítoris es de talla grande, sin duda es un clítoris... Lo importante no es qué aspecto tiene, sino cómo funciona. Es una niña con suerte, porque sus parejas sexuales lo tendrán fácil para encontrar su clítoris»" (Fausto-Sterling, Cuerpos sexuados, Melusina, p. 118). 

La tríada maravilla sobre intersexualidades: Anne Fausto-Sterling

¿Qué decir de Anne Fausto-Sterling? Es bióloga, feminista e historiadora de la ciencia. Ha escrito numerosos artículos sobre intersexualidad, como "The five sexes", "The five sexes: revisited" o "Life in the XY corral". También tenemos traducido su libro Cuerpos sexuados, que considero fundamental para cualquier aproximación feminista al tema de las intersexualidades. 

Ya en el primer capítulo de Cuerpos sexuados, Fausto-Sterling nos deja muy clara su visión feminista sobre la construcción del sexo: el sexo, que se ha considerado como biológico, es una instancia cultural, tan construida como el género. La visión de los cuerpos como pertenecientes a dos y sólo dos categorías está ya mediada por un contexto social, histórico y cultural. Fausto-Sterling, en este texto, analiza el tratamiento médico de la intersexualidad para mostrar que las consideraciones de las dos categorías de sexo como naturales, y las consideraciones sobre la intersexual vienen dadas culturalmente. 

Fausto-Sterling cree que el sexo es un continuum, como el espectro de los colores: “Simplemente, el sexo de un cuerpo es un asunto demasiado complejo. No hay blanco o negro, sino grados de diferencia” (Cuerpos sexuados, p.17). Fausto-Sterling considera que “etiquetar a alguien como varón o mujer es una decisión social. El conocimiento científico puede asistirnos en esta decisión, pero sólo nuestra concepción del género, y no la ciencia, puede definir nuestro sexo. Es más, nuestra concepción del género afecta al conocimiento sobre el sexo producido por los científicos en primera instancia” (Ibíd).

Fausto-Sterling se opone a la diferenciación dicotómica entre sexo y género, según la cual el sexo hace referencia a la fisiología y la anatomía, y el género a las conductas sociales. Fausto-Sterling, afirmando que “«sexo» no es una categoría puramente física” (Ibíd., p. 19), se une así a la crítica de la naturalidad del sexo que realizan autoras feministas desde diferentes disciplinas, como Monique Wittig, Suzanne Kessler, Donna Haraway, Judith Butler o Alice Dreger. Fausto-Sterling considera que la complejidad de los cuerpos es demasiada como para encajar en sólo dos diferencias sexuales. 

Fausto-Sterling realiza la misma crítica a la arbitrariedad de las categorías sexuales que hacía Monique Wittig en los años 80. Ambas autoras critican que se escojan unos rasgos y no otros para clasificar los cuerpos en dos categorías sexuales. Fausto-Sterling analiza el caso de María Patiño, una vallista española, que falló el test de sexo al que la sometió el COI en las Olimpiadas de Seúl. Para el COI, María Patiño, que nunca había dudado de que era una mujer, no lo era porque tenía testículos no descendidos y un cromosoma Y. Si María Patiño se hubiera sometido al control de sexo que el COI realizaba antes de 1968, que consistía en una observación de la atleta desnuda para comprobar que tenía mamas y vulva, lo hubiese aprobado. ¿Por qué se utilizan unos rasgos y no otros? Se les da significados culturales, que tienen que ver con la visión de género, a rasgos corporales que son, en sí mismos, neutrales.

10.6.12

La tríada maravilla sobre intersexualidades: Alice Dreger

Alice Dreger forma mi tríada maravilla de estudios sobre intersexualidades junto con Suzanne Kessler y Anne Fausto-Sterling. 

Alice Dreger es Doctora en Historia y Filosofía de la Ciencia. Hoy en día es profesora de Humanidades Médicas y Bioética en la Escuela de Medicina Feinberg, en la Universidad de Chicado. Ha sido durante años la codirectora de la ISNA (Intersex Society of North America), organización activista fundada en 1993 por Cheryl Chase, desde la cual han tratado de acabar con las cirugías normalizadoras practicadas sobre personas intersexuales durante la infancia.



Las reflexiones de Alice Dreger sobre intersexualidades y sobre la construcción cultural e histórica del sexo ofrecen interesantes herramientas para criticar la rigidez del binarismo de sexo. Comenta Dreger en “Doctors Containing Hermaphrodites: The Victorian Legacy” sobre su investigación acerca de las intersexualidades:

Cuando empecé esta investigación, asumí que nos contaría cosas buenas para las persona que creemos en las metas del feminismo radical y del movimiento por los derechos queer. Sí que lo hizo. Nos ha mostrado que, como el género, el sexo y la sexualidad son conceptos que son, de formas muy importantes, desarrollados históricamente y específicos de cada cultura. Pero también nos muestra algunas cosas espantosas sobre lo que ocurre con la intersexualidad y con las personas nacidas intersexuales. Esta historia importa más de lo que nunca pensé que lo haría, en cierta manera más de lo que me gustaría que lo hiciera, porque me gustaría que las cosas pintaran bien en comparación con cómo eran antes, pero creo que no es el caso.

Los numerosos textos de Alice Dreger no están aún traducidos. Sin embargo, tenemos fácil acceso a través de la página web de Dreger y de varios blogs que ella escribe. 

Aquí podéis encontrar casi todos los textos que ha publicado: http://alicedreger.com/writing.html

Además, recomiendo la lectura de este blog que Dreger escribe sobre investigaciones en torno al sexo: http://sexresearchhoneypot.blogspot.com.es/



¿Dimorfismo sexual?

Robert Gober, Untitled, 1990.

13.4.12

Palabras que ¿sólo? hieren

Words can wound.
Medicine can be very cruel in diagnostic terms.
John Money


John Money en Sex errors of the body and related syndromes: a guide to conseling children, adolescents and their families, reconoció que las palabras diagnósticas de la medicina pueden herir, y consideraba que palabras como “hermafroditismo” o “intersexualidad” pueden ser demasiado estigmatizantes para las personas que nacen con un síndrome que afecta a sus órganos sexuales. Money decidió entonces utilizar el término “errores sexuales del cuerpo”. La palabra “error” le parecía menos estigmatizante porque creía que se refería a un error de la anatomía, no a un error de la persona. Podemos observar con esta terminología cómo la medicina moderna continúa considerando la intersexualidad como un error biológico. Milton Diamond y Hazle Beh, en su texto “Variations of Sex Development Instead of Disorders of Sex Development” prefieren utilizar las palabras “variaciones del desarrollo sexual”. 

En 2006 se publicó un consenso para acuñar el término “Trastornos del Desarrollo Sexual” (Disorders of Sex Development) para referirse a la intersexualidad. Este consenso fue alcanzado por personas críticas con la terminología médica tradicional, que hablaba de «hermafroditismo», tales como activistas de la ISNA y personal médico especializado en intersexualidad.

Diamond y Beh reconocen que el consenso de 2006 ha realizado un importante avance al proponer más precaución a la hora de recomendar intervenciones quirúrgicas, sobre todo en bebés y niños pequeños. También aplauden que el consenso sostenga que el lenguaje que la medicina utiliza manda un mensaje importante a las madres y padres y a los pacientes. Sin embargo, consideran que la nomenclatura propuesta por el consenso, “Desórdenes del desarrollo sexual”, mantiene la idea de que las intersexualidades, las variaciones del desarrollo sexual, suponen un desorden que tiene que ser tratado quirúrgicamente. 

Diamond y Beh consideran innegable el hecho de que las palabras pronunciadas por la clase médica afectan más allá del tratamiento médico: afectan socialmente, legalmente y, sobre todo, afectan a individuos que han de vivir toda una vida con la etiqueta diagnóstica que la clase médica le impone. Consideran que términos como “desórdenes” o “errores” son demasiado patologizantes y, además, demasiado estrechos. Las variaciones del desarrollo sexual abarcan cuestiones relativas no sólo al sexo, sino a la identidad sexual, a la identidad de género, a la sexualidad y a la propia percepción del yo de cada persona.

La medicina, al considerar las intersexualidades como desórdenes realiza un juicio de valor sobre la normalidad del desarrollo sexual de las personas. La medicina observa variaciones en el desarrollo sexual humano y a partir de esa observación establece una normalidad y un protocolo de actuación contra todo aquello que se desvíe de la normalidad establecida. Para Milton y Beh, esta actitud es arrogante y consideran que la medicina debería ser más humilde y compasiva. Milton y Beh consideran que el término que proponen, variaciones del desarrollo sexual, no emite juicios de valor y, además, no prohíbe ni ordena ningún tipo de intervención médica, dejando esa decisión en manos de la persona afectada.

Sin embargo, ¿tienen sólo un posible efecto invariable las palabras? ¿La palabra "desorden" siempre va a estigmatizar y herir, inequívocamente? ¿No existiría, quizás, la posibilidad de resignificar y reapropiarse positivamente la palabra "desorden"?

24.1.12

Despatologizando la intersexualidad

Suzanne J. Kessler es una profesora de psicología en la Universidad de Nueva York que se ocupa sobre todo de investigar las intersexualidades. Sus libros más conocidos son Gender: an ethnomethodological approach, escrito junto con la también psicóloga Wendy McKenna, y Lessons from the intersexed. No me consta que haya traducciones al castellano. 

Kessler es otra de las grandes que, como Anne Fausto-Sterling, suelen dar en el clavo cuando hablan de intersexualidad.

Fausto-Sterling escribe en Cuerpos sexuados (p.118): "Kessler sugiere una nueva fórmula para anunciar el nacimiento de un bebé XX afectado de hiperplasia adrenocortical congénita: «Felicidades. Tienen ustedes una hermosa niña. El tamaño de su clítoris y sus labios fusionados nos indican un problema médico subyacente que podría requerir tratamiento. Aunque su clítoris es de talla grande, sin duda es un clítoris... Lo importante no es qué aspecto tiene, sino cómo funciona. Es una niña con suerte, porque sus parejas sexuales lo tendrán facil para encontrar su clítoris» (Kessler, Lessons from the intersexed, New Brunswick, Rutgers University Press, p. 129)".

En el libro Un cuerpo: mil sexos. Intersexualidades de Jorge H. Raíces Montero (comp.) Se hace hincapié en la idea de que la intersexualidad no es una patología ni una enfermedad, sino una forma de estar en el mundo, una posibilidad existencial entre otras. Las intersexualidad tienen asociadas una serie de enfermedades particulares que han de tratarse, pero eso no significa que la intersexualidad sea un problema médico; tener un sistema reproductivo considerado como propio de un hombre también tiene la posibilidad de desarrollar enfermedades específicas, y eso no significa que se considere que los hombres sean personas enfermas. 

El problema no está en las personas, sino en el orden político y social que dictamina que es necesario basar el sexo "verdadero" en los genitales, que es necesario escoger un sexo entre dos y sólo dos categorías y que estigmatiza a las personas que no encajan en los estereotipos impuestos. 


23.1.12

Helena Harmon-Smith, 10 mandamientos sobre intersexualidad

Aquí os presento 10 mandamientos que escribió Helena Harmon-Smith para dar instrucciones a la clase médica sobre el tratamiento de las personas intersexuales, sobre todo de lxs bebés intersexuales. 

Harmon-Smith es la fundadora de un grupo de padres y madres de personas intersexo. En los años 90, nos cuenta Anne Fausto-Sterling en Cuerpos sexuados, Helena Harmon-Smith tuvo un hijo que nació con un ovario y un testículo. El equipo médico del hospital quería convertirlo en niña, pero Harmon-Smith se negó. Sin embargo, en contra de su voluntad, un cirujano extirpó las gónadas de su hijo. A partir de entonces, Helena Harmon-Smith ha sido una potente activista por los derechos de los bebés intersexo, y ha redactado los siguientes mandamientos como guía para la clase médica (Anne FAusto-Sterling, Cuerpos sexuados, pp. 354-355: 

1.- NO dirás a la familia que no ponga nombre a «la criatura». Eso sólo sirve para aislarlos y para hacer que comiencen a ver a su bebé como una «anormalidad». 

2.- SÍ animarás a la familia a llamar a su bebé por un apodo (dulzura, cariñito o incluso «pulguita») o un nombre neutro.

3.- NO te referirás al paciente como «la criatura». Esto hace que los padres comiencen a ver a su bebé como un objeto y no como una persona.

4. SÍ llamarás al paciente por el nombre o sobrenombre elegido por los progenitores.

5.- NO aislarás al/a la paciente en una unidad de cuidados intensivos. Esto alarma a los progenitores y les hace pensar que algo va muy mal con su bebé. También aisla a la familia al impedir las visitas de hermanos/as, tíos/as y hasta abuelos/as, con lo que su nuevo miembro comienza a recibir un tratamiento diferente.

6.- SÍ permitirás que el/la paciente permanezca en una sala ordinaria. Admitirás pacientes en el ala infantil, quizás en una habitación única. Luego permitirás las visitas, de manera que el vínculo familiar pueda comenzar a afianzarse.

7.- SÍ pondrás a la familia en contacto con un grupo de información o apoyo. Hay muchos disponibles [dependiendo del país en el que nos encontremos].

8.- NO privarás de información o apoyo a la familia. No asumirás que no entenderán o que será inconveniente que sepas de otros desórdenes o problemas relacionados. Dejarás que los progenitores decidan qué información quieren o necesitan. Les animarás a contactar con gente que pueda informarles y compartir experiencias con ellos.

9.- SÍ animarás a la familia a visitar a un consejero o terapeuta. No sólo un consejero genético; necesitarán apoyo emocional además de información genética. Los enviarás a un consejero de familia, terapeuta o asistente social que intervenga en las crisis familiares.

10.- NO tomarás decisiones drásticas antes del primer año. Los progenitores necesitan tiempo para adaptarse a la situación. Necesitarán entender la condición de su bebé y sus necesidades específicas. Les darás tiempo para asimilar las informaciones e ideas nuevas, y para que comprendan que su bebé no es una condición que debe conformarse a un programa establecido, sino un individuo. NO programarás la primera operación para antes de que el/la paciente deje el hospital, porque los progenitores tendrán más miedo de que su vida esté en peligro y de haber tenido un bebé anormal o desfavorecida.

NOTA: he cambiado cosas de la traducción porque el señor Ambrosio García Leal (traductor de Cuerpos sexuados) se ha lucido. He puesto el/la paciente porque “the patient” en inglés no marca el género. He cambiado “padres” por “progenitores”, pues “parents” tampoco marca el género (y progenitores tampoco sea una palabra de mi agrado, pero no encuentro ninguna mejor ahora mismo, admito sugerencias). Y, sobre todo, he cambiado un horrible "criatura" que se había utilizado para traducir la palabra inglesa "child". En el mandamiento 3 se pide que se les deje de llamar criatura, y después se traduce "child" por "criatura"... Lo he cambiado por "bebé".

21.12.11

Mi aventura intersexual

Mi aventura intersexual (Orchids: My intersexual adventure) es un documental autobiográfico de la australiana Phoebe Hart. Phoebe Hart es una realizadora de documentales que emprende un viaje de autodescubrimiento para reconciliar la vergüenza y el secreto familiar que rodeaba su condición intersexual. Con la ayuda de su hermana Bonnie, hablará abiertamiente de su intersexualidad (sobre todo, con su familia, para tratar de romper el silencio familiar que planeaba sobre su vida temprana) y tendrá la oportunidad de conocer a otras personas intersexuales.






13.12.11

Homenaje a David Reimer (1965-2004)


David nació niño, sin ambigüedad genital alguna. Se le sometió a una operación de fimosis en la cual se cometió un error; como consecuencia de este error, el pene de David quedó irremediablemente quemado. Sus padres descubrieron en la televisión al doctor John Money, quien hablaba de sus éxitos en el Hospital de la Universidad John Hopkins realizando cambios de sexo en infantes con genitales ambiguos. Money explicaba cómo se puede intervenir en el género a través de la socialización, sobre todo a una edad temprana. 

John Money era y continúa siendo una eminencia en el campo del tratamiento de la intersexualidad. Como Suzanne Kessler nos indica en su texto “The Medical Construction of Gender: Case Management of Intersexed Infants”, casi todas las publicaciones en torno al tratamiento de la intersexualidad en bebés han sido escritas o co-escritas por John Money, catedrático de psicología médica y catedrático de pediatría, director de la unidad de investigación psico-hormonal durante años en la Universidad y el Hospital John Hopkins. Las publicaciones que no han sido escritas por él se refieren a él y a sus teorías sin cuestionarlas, dándolas por válidas. Kessler comenta que, en lo referido al tratamiento de bebés intersexuales, existe un consenso que es raramente obtenido en la comunidad científica.

Así, ante estas credenciales del doctor, los padres de David decidieron llevarle al Hospital John Hopkins para que fuese evaluado. Money, al examinar a David, recomendó convertirlo en una niña y se mostraba muy optimista con el caso. De hecho, Money se mostró entusiasta ante la oportunidad que había estado esperando para probar su teoría de maleabilidad social del género: David tenía un hermano gemelo idéntico que iba a ser criado con un género masculino. Así, Money podía probar que una socialización diferente podía configurar una identidad de género distinta en dos personas biológicamente idénticas. Money les ofreció a los progenitores de David una solución que parecía tener pocas contrapartidas, y así a los 22 meses de vida a David se le extirparon los testículos y pasó a ser Brenda. No se le realizó una vaginoplastia.

El recorrido de Brenda fue bastante turbulento pese a los esfuerzos del equipo médico de Money. Brenda rechazó los estrógenos que le ofrecieron los psiquiatras, prefería las actividades masculinas y rechazó la operación para tener una vagina real a pesar de las fotografías sexuales explícitas de vaginas y de mujeres en parto que Money le mostró, a pesar de las representaciones de falsos coitos con su hermano que le obligaron a performar y a pesar de los argumentos sobre las maravillas de ser una mujer que le presentaron las personas transexuales MtF con las cuales se tuvo que entrevistar.

John Money, predicando la completa maleabilidad del género, aseguró a los padres de Brenda que si ésta era criada como una niña, se sentiría como una niña; sin embargo, esto nunca ocurrió. Las misteriosas visitas al médico a las que ella y su hermano eran llevados le hacían (les hacían) sentir como si fueran seres extraños. Money les planteaba preguntas extrañas sobre sus fantasías eróticas: a Brenda, le preguntaba si soñaba con mujeres, a su hermano le preguntaba si tenía erecciones. Para ahondar en sus investigaciones, Money les presentaba fotografías pornográficas para evaluar las reacciones de su deseo, y les sometió a profundas inspecciones genitales.

Hay un suceso especialmente interesante en la adolescencia de Brenda, no tanto por la actitud de la propia Brenda sino por la reacción de sus compañeras de colegio. A Brenda, a pesar de no tener ya su pene, le gustaba orinar de pie; sus compañeras, cuando la descubrieron en tal posición, la amenazaron de muerte. ¿Qué puede haber de tan subversivo, de tan desestabilizador, en el hecho de que una niña pequeña orine de pie como para suscitar una reacción tan desmesuradamente violenta? En efecto, Brenda estaba, sin saberlo, violando una de las sacrosantas normas de género que ya desde la infancia se nos enseña a nunca violentar: sólo los niños orinan de pie. La violación de esta simple norma supone la desestabilización de todas las demás. Si esta norma es arbitraria, ¿por qué no lo son también todas las demás, todas las demás que nos afectan hasta en lo más profundo de nuestra identidad?

A pesar de que Brenda siempre rechazó desde el principio esta feminidad impuesta, John Money instrumentalizó su caso para mostrar que sus conversiones de género eran todo un éxito. En 1972, cuando Brenda tenía siete años, Money dio una conferencia en la Asociación Americana por el Avance de la Ciencia en Washington, D.C. en la que defendía el éxito de la intervención en el cuerpo y en la socialización de Brenda. Así mismo, señalando el mismo éxito, publicó en el mismo año Man and Woman, Boy and Girl. No fue hasta 1980 que Money paró de comentar públicamente el caso y nunca reconoció los fallos de su experimento.

Sin embargo, la reticencia de Brenda a encarnar la feminidad hizo entrar en escena a otro doctor, el único rival antagónico de Money que había sospechado durante tiempo de sus afirmaciones: Milton Diamond, quien defendía la existencia de una base hormonal para la identidad de género. En 1997 Diamond mostró en un artículo cómo Brenda había rechazado incansablemente su reasignación. En su adolescencia temprana, rechazó continuar tomando estrógeno. Dejó de ver a Money. Finalmente, a los 14 años, rechazó continuar viviendo como una chica.

Diamond, siguiendo su propia teoría, propuso redirigir el camino que sus genitales originales habían designado para él, y Brenda desapareció para devolverle su lugar a David. A los 14 años, David fue sometido a un tratamiento de hormonas masculinas y a una mastectomía (extirpación de los senos). Además, se le implantó un falo a través de cuya base podía orinar y que le permitía cierto placer sexual.

David, así, se vio colocado en el centro de una polémica entre maleabilidad (Money) o naturalidad (Diamond) del género. Por un lado, John Money, quien estaba seguro del éxito de la socialización para cambiar el género de una persona en la primera infancia. Aunque Brenda no se adaptaba a su papel de niña tan bien como Money pretendía y le irritaban muchos de los procedimientos a seguir, Money utilizó el caso de Brenda como paradigma del éxito de la resignación de sexo a través de la socialización. Para Money, lo masculino y lo femenino son totalmente maleables, son entidades culturales que no están irremediablemente ligados a la biología. Money considera fundamental el papel de la socialización para la producción de la identidad de género.

Por otra parte, está la postura de Milton Diamond, que piensa que el género de David estaba ligado a sus genitales iniciales. El género es una verdad interna y necesaria que está ligada a la biología. En este sentido, no puede ser nunca invertido, y tratar de hacerlo es una crueldad que, además, no conduce a la normalidad.

Sin embargo, fue la interpretación de Money la que cristalizó. Hasta tal punto fue aceptada la utilización de Money del caso de David/Brenda que ha penetrado incluso en la teoría feminista como instrumento para atacar el esencialismo y defender el papel de la cultura en la construcción de los géneros. Anderson y Zinsser en su Historia de las mujeres refieren a la obra de John Money y Anke A. Ehrhardt Man and Woman, Boy and Girl: The Differentiation and Dimorphism of Gender Identity from Conception to Maturity y la interpretación que realiza de esta obra Nancy Chodorow en The reproduction of Mothering: Psychoanalysis and the Sociology of Gender y afirman:

Muchos de los rasgos de carácter asociados a uno u otro sexo han demostrado ser un producto cultural y no biológico. Un caso clásico es el de dos gemelos varones idénticos, nacidos en los Estados Unidos a mediados del siglo XX, uno de los cuales fue castrado por accidente cuando niño. Sólo una educación diferente produjo una «gemela» y un «gemelo» a los cinco años. Como estas alteraciones precedieron a la producción hormonal, apuntan hacia el hecho de que gran parte del comportamiento esté controlado por la cultura y no por la naturaleza.(ANDERSON, Bonie S. y ZINSSER, Judith P., Historia de las mujeres. Una historia propia, Barcelona, Crítica, 2009, pp. 31 y 33. Como ejemplo del uso del caso de David/Brenda en la teoría feminista véase también MILLETT, Kate, Sexual Politics, New York, Doubleday, 1970).

La historia de David/Brenda, como hemos podido ver, se sitúa en el espacio en el que convergen los debates sobre la transexualidad y la intersexualidad. No es una persona intersexual, pues sus genitales no eran ambiguos antes de la cirugía negligente que los quemó; sin embargo, el tratamiento que recibió por parte de Money fue el mismo que el que reciben los bebés intersexuales. De hecho, la conclusión que sacó Money del caso de Brenda va dirigido al tratamiento de niños intersexuales en su primera infancia:

Ofrece una evidencia convincente de que la puerta de la identidad de género está abierta en el nacimiento de la vida de un niño o niña normal de una forma no menos que para uno nacido con órganos sexuales no acabados o para uno que haya estado sobreexpuesto al andrógeno o al que le haya faltado el andrógeno, y que permanece abierta durante al menos más de un año después de nacer

(Money y Green citados en BUTLER, Deshacer el género, p. 94).

Por otro lado, David/Brenda no es transexual, pero “podemos decir que juntos Brenda/David soportaron dos cirugías transexuales: la primera basada en un argumentos hipotético sobre lo que debería ser el género dada la naturaleza amputada del pene; la segunda basada en lo que debería ser el género a tenor de las indicaciones verbales y de conducta de la persona en cuestión” (Ibíd., p. 108).

El caso de David/Brenda es capaz de mostrar la crueldad del tratamiento que sufren las personas con genitales ambiguos, aunque los genitales sean ambiguos no de nacimiento sino como resultado de una negligencia médica. Podemos constatar a través de las vivencias de David/Brenda la brutalidad del tratamiento médico coercitivo e impuesto, y el daño que causan las cirugías no deseadas. El movimiento intersexual lucha por el cese de estas cirugías no deseadas y, yendo más allá, por conseguir ser aceptados, reconocidos, amados sin tener que ser corregidos, como si de errores de la naturaleza se tratase, para poder ser coherentes con respecto a las normas de género establecidas. Existen de hecho personas que viven y tratan de vivir en el espacio entre la clasificación binaria de mujeres y hombres, clasificación que “ni es exhaustiva ni es necesaria” (Ibíd., p. 99). 

Middlesex, de J. Eugenides



Este libro es, simplemente, una maravilla. 

Cuenta la historia de Cal, y de Calíope, y de su Oscuro objeto (de deseo), y de Desdémona y su hermano Lefty, y de Desdémona y su marido Lefty, y de su emigración a los Estados Unidos, y de cómo el gen recesivo que inhibe la 5-alfa-reductasa va viajando por las generaciones de los Stephanides. Y de otras muchas cosas. 

Aquí un fragmento:
"Nací dos veces: fui niña primero, en un increíble día sin niebla tóxica de Detroit, en enero de 1960; y chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974.
(...)
En mi partida de nacimiento, mi nombre figura como Calíope Helen Stephanides. En mi último carné de conducir (de la República federal de Alemania), mi nombre de pila es simplemente Cal. He sido guardameta de hockey sobre hierba, miembro durante mucho tiempo de la Fundación para Salvar al Manatí, esporádico asistente a la misa ortodoxa griega y, durante la mayor parte de mi vida adulta, funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores de Estados Unidos. Como Tiresias, primero fui una cosa y luego otra. Fui ridiculizado por mis compañeros de clase, convertido en conejillo de Indias por los médicos, palpado por especialistas y calibrado por Don Dinero. Una pelirroja de Grosse Pointe se enamoró de mí, sin saber lo que era (También le gusté a su hermano.) Un carro blindado me condujo a una batalla urbana; una piscina me convirtió en mito; abandoné mi cuerpo para tomar posesión de otros: y todo esto ocurrió antes de que cumpliera dieciséis años."

11.12.11

Intersexualidad: emergencia social

El protocolo a seguir ante el nacimiento de un bebé intersexual es un protocolo de “emergencia médica" (Anne Fausto-Sterling, Cuerpos sexuados, p.65). Los protocolos que hoy aún se siguen en caso del nacimiento de un bebé intersexual son los protocolos dictados por los doctores John Money, J. G. Hampson y J. L. Hampson en 1955. Estos protocolos se basan en la teoría de género que estos doctores sostenían: la identidad de género es maleable hasta aproximadamente dieciocho meses.

El sexo del bebé ha de ser designado por el equipo médico (obstetra, endocrinólogo pediátrico, cirujano) en menos de veinticuatro horas para asegurar un desarrollo psicosexual normal al entregar a los progenitores un bebé sin ambigüedad. Para ello, se le ha de asignar al bebé el género adecuado y asegurarse de que todo el mundo (padre, madre, familia, amigos) se lo crean. Así pues, se considera que la crianza tiene un papel fundamental en la creación de un género. Sin embargo, aunque se considera que la naturaleza tiene un papel mínimo, se sigue considerando que sólo existen dos sexos «normales» y dos géneros que han de corresponderse con esos dos y sólo dos sexos.  

Los equipos médicos que toman la decisión de intervenir quirúrgicamente para borrar las ambigüedades del sexo de estos bebés acuden, para defender sus prácticas invasivas, a argumentos que tienen en cuenta el sufrimiento del futuro niño o de la futura niña en el vestuario –“ese lugar de ansiedad preadolescente sobre el próximo desarrollo del género”– (Judith Butler, Deshacer el género, Barcelona, Paidós, 2006, p. 98).

Es bastante ilustrativa de esta actitud la cita que recoge Fausto-Sterling del libro The Intersexual disorder de Christopher Dewhurst y Ronald R. Gordon, escrito en 1969: “Uno sólo puede intentar imaginar la angustia de los padres. Que un recién nacido tenga una deformidad … [que afecta] a algo tan fundamental como el sexo mismo de la criatura… es una tragedia que de inmediato evoca visiones de un inadaptado psicológico sin esperanza, abocado a llevar una vida de soledad y frustración como un monstruo sexual” (Fausto-Sterling, Cuerpos sexuados, pp. 67-68). 

Raramente los argumentos son médicos, raramente los genitales considerados como ambiguos son en sí mismos dolorosos o dañinos; se trata de una cirugía cuyo último propósito es normalizar y mantener el binarismo de sexo. Para ello, no se puede permitir en la sociedad la visión de cuerpos ambiguos –anatomías que no encajan en las categorías establecidas para lo masculino y para lo femenino– que puedan cuestionar la existencia y la necesidad de ese esquema binario; la ambigüedad de los intersexo es una amenaza. 

 Si bien es cierto que, dada la situación social actual, una persona intersexo puede sufrir a causa de la reacción de los demás al descubrir su ambigüedad, ¿es realmente la cirugía no consentida la mejor vía para tratar de suavizar el impacto de ese sufrimiento? Para Judith Butler, quizás trabajar para flexibilizar la categoría de lo que es humano pueda también ayudar: tratar de ampliar lo humano fuera del binarismo de sexo para dar cabida a cuerpos ambiguos que no pueden (ni quieren, en algunos casos) someterse a esta clasificación. Lo humano, hoy, “requiere morfologías ideales y la constricción de las normas corporales” (Judith Butler, Deshacer el género, p. 18).

Pero, ¿y si tratáramos de realizar un cambio de perspectiva como nos propone Alice Dreger en “When medicine goes too far in the pursuit of normality” (Alice Dreger, “When medicine goes too far in the pursuit of normality”, The New York Times, 28 de julio de 1998) y tratáramos de trabajar para eliminar los estereotipos sociales y no para eliminar las “anomalías” físicas?

¿Por qué no arreglar los vestuarios y no los genitales?

INTERSEXUALIDADES

Comienzo hoy una serie de posts sobre un tema que me apasiona y que considero fundamental tener en cuenta: la intersexualidad.

Las personas consideradas como intersexo son aquellas personas cuyas anatomías o, más concretamente, cuyos órganos sexuales son clasificados como ambiguos por no poder ser encajados en ninguna de las dos categorías de sexo existentes: hombres y mujeres. Antiguamente, eran llamados «hermafroditas», pero hoy prefieren no acogerse bajo ese término. Alice Dreger, en su texto “Doctors containing hermaphrodites: the victorian legacy” (DREGER, “Doctors Containing Hermaphrodites: The Victorian Legacy”, Chrysalis: The Journal of Transgressive Gender Identities, otoño 1997), nos lanza una serie de preguntas sobre la ambigüedad sexual que se les atribuye a las personas intersexuales:

"Decimos que un hermafrodita es una persona que tiene una anatomía sexual inusual, pero cuando concretamos, ¿qué es la anatomía sexual? ¿Qué se cuenta, y cómo se cuenta? ¿Se tiene que tener un pene para ser un macho? Si es así, ¿qué tamaño, y cuándo tienes que tenerlo, al nacimiento? ¿En el momento en cuestión? ¿Tienes que quedarte embarazada –o ser capaz de hacerlo, o haber sido capaz de hacerlo– para ser una hembra? ¿O son solamente esos cromosomas XX y XY? Si es así, ¿las mujeres con cromosomas XY no son mujeres, aunque hayan nacido con genitales que aparecen como femeninos y se desarrollen como la mayoría de las mujeres en la pubertad?” (traducción mía). 

Los genitales que son denominados «ambiguos», como nos explica Suzanne Kessler en “Meanings of gender variability” (KESSLER, Suzanne J., “Meanings of Gender Variability: Constructs of Sex and Gender”, Chrysalis: The Journal of Transgressive Gender Identities, otoño 1997), son aquellos que no encajan en los estándares establecidos por la clase médica de forma y tamaño. Es una denominación utilizada por los médicos para señalar genitales que no entran en los estándares médicos convencionales: el tejido genital se considera pene a partir de 2,5 centímetros y se considera clítoris hasta los 0,9 centímetros; todo genital que se encuentre entre estas dos medidas convencionales, se considera como ambiguo e inaceptable al no ser buen representante de los modelos genitales establecidos.

Gráfica de las definiciones médicas arbitrarias de genitales infantiles aceptables

Kessler insiste en el hecho de que son los propios médicos los que crean el estándar y los que definen las tallas. Los progenitores, los profesores y profesoras, las compañeras y compañeros de colegio no las conocen y, en ocasiones, consideran estos genitales como normales hasta que un profesional médico dice lo contrario.

¿Por qué, entonces, en estos casos, es tan terrible tener estos genitales que sólo la clase médica considera como ambiguos?