"Cuando pienso en todos los inconvenientes que tengo dentro de esta sociedad, me sorprendo de cómo no me he convertido en un montón de mierda. En dos palabras: Gordajudia-tullidacoñitobollera. Pero cuando tengo en cuenta el hecho de que por otro lado soy una universitaria de clase media, blanca, que puede articular sus ideas, y de que eso me da un monto de jodidos privilegios y la oportunidad de manejarme con mi opresión, que es algo que puede no estar accesible para otra gente oprimida. Y partiendo de que mi personalidad/mi ser no está dividido entre la parte privilegiada y la parte oprimida, tengo que manejarme con los modos en que estas cosas interactúan, se equilibran y algunas veces se ensombrecen unas a otras. Por ejemplo, nací con una pierna. Creo que es algo importante, pero nunca ha marcado tanto la imagen de mi cuerpo como lo ha hecho ser gorda. Y, ¿qué significa ser una mujer blanca en contraposición a una mujer de color?. ¿Una chica gorda de clase media en oposición a una chica pobre gorda?. ¿Qué significa ser gorda, discapacitada y bisexual? (¿O gorda, discapacitada y sexual en todos los sentidos?)."
Su voz, en la canción "Wall of Fire". Este video es del proyecto Sins Invalid, en el que participan artistas de comunidades que han sido históricamente marginadas.
Imágenes de Nomy que dicen más que cualquier artículo y que cualquier canción.
Ayer estuve en una charla que organizaba el Febrero Feminista en el CSO Kike Mur. En la charla hablaba una activista de la plataforma Masa Crónica, y me pareció una maravilla. Dejan su intención política bastante clara en estas frases:
Masa Crónica se constituye como arma política de destrucción de las normas corporales, yendo directamente a poner en peligro las bases de los patrones del cuerpo, entendiendo éste como lugar de resistencia. Tras la necesidad de reapropiarnos del espacio, y reconociendo la vergüenza como lenguaje, queremos dar visibilidad a la abyección y su innegable poder. Es una plataforma desde donde pensar el cuerpo, las corporalidades y la (de)construcción del deseo, que desde ahí abra una posibilidad de infinitas formas y soportes.
Y también clarísimo lo dejan Constanzx Alvarez y Samuel Hidalgo en el Manifiesto Gordx en un maravilloso vídeo que soy incapaz de encontrar por la red. El texto aquí lo tienen: Manifiesto Gordx.
Masa Crónica nos hablaron de la necesidad de resignificar positivamente cuerpos abyectos, de salir de los binarismo corporales que crean una normalidad impuesta, de sacar a la luz deseos cuerpos abyectos y deseos ilegítimos, de crear alianzas entre lxs montruxs. Y todo ello para darnos cuentas de que nuestros problemas corporales, nuestros complejos, nuestras miradas hacia los cuerpos, la percepción de nuestros deseos... todo esto no son asuntos personales sino políticos (sí, aún seguimos sin aprender la lección feminista de los años 70). Todas somos abyectas.
La respuesta, pues, es política. El trabajo sobre nuestros cuerpos es político. Se hace necesario problematizar las normas y darle cabida a corporalidades diferentes. Identificar nuestros problemas para visibilizar y deconstruir, no para esencializar y crear nuevos corsetes corporales e identitarios.
También nos descubrieron a la maravillosa Nomy Lamm, pero esto se merece un post todo enterito para ella.
Magnus
Hirschfeld, sexólogo alemán, judío y homosexual, fue activista por los derechos
de los homosexuales y, además, uno de los primeros médicos en realizar
operaciones de reasignación de sexo a personas transexuales, sobre todo MtF[1].
Hirschfeld señala que la primera operación de reasignación sexual se realizó en
Berlín en 1912, aunque fue incompleta[2].
Más tarde, Hirschfeld realizó alguna de las operaciones de cambio de sexo a
Einar Wegener/Lili Elbe. Einar Wegener nació en Dinamarca en 1882 y fue
asignado al sexo masculino tras su nacimiento. Vivió la mayor parte de su vida
como hombre, siendo un pintor reconocido, casado con la también pintora Gerda
Wegener. La historia de Einar/Lili es uno de los primeros casos documentados de
cirugía de reasignación sexual. Einar comenzó a travestirse para posar para
Gerda, que necesitaba modelos femeninas. Poco a poco, fue pasando más y más
tiempo como mujer y se presentaba socialmente como la hermana de Einar.
Dos veces fue diagnosticado como
homosexual. Después, fue diagnosticado como intersexual: tenía rudimentarios órganos
sexuales femeninos y altas cantidades de estrógenos en sangre. Viajó a Alemania
para someterse a cirugías de reasignación de sexo. Tras cuatro cirugías, ya
viviendo como Lili Elbe, el rey de Dinamarca invalidó su matrimonio con Gerda. Lili
planeó volver a casarse tras la quinta cirugía, una vaginoplastia, pero no pudo
celebrar su boda: murió por problemas cardiacos, seguramente derivados de las
operaciones anteriores.
La historia de Einar/Lili se recoge en Man Into Woman, el primer documento
parcialmente autobiográfico de una persona MtF, que se basa en cartas de
Einar/Lili y partes de su diario. Esta biografía, editada en 1933, fue uno de
los primeros escritos que sostenían que había hombres que creían ser mujeres
pero que no eran homosexuales. De hecho, muestra el deseo sexual de Einar como
diferente del de Lili: cuando era Einar, estaba felizmente casado con Gerda,
sin embargo, cuando pasa a ser Lili, su deseo sexual se dirige hacia los
hombres. Además, este texto es considerado como importante en la historia de la
sexualidad porque separa la orientación sexual de la identidad de género[3].
Sandy Stone, pese a valorar que se trata de un documento en
parte autobiográfico, critica duramente este texto en The Empire Strikes Back[4].
Considera que refuerza los roles de género binarios. Muestra a Einar como un
hombre sin ambigüedades, y a Lili como una mujer sin ambigüedades. Einar no es
un travesti sino que comienza a travestirse porque Gerda le pide que pose de
manera femenina para su pintura. Además, Lili se presenta como una mujer para
los hombres: no busca la feminidad en su cuerpo para disfrutarla ella misma,
sino que busca que la feminidad sea leída e interpretada como tal a los ojos de
los hombres que la rodean. En Man Into
Woman, para Stone, Lili aparece descrita sobre todo en relación a su maquillaje
y a sus vestidos. Además, se describe cómo Lili abraza la vulnerabilidad que
supuestamente viene con la feminidad.
[1]
MtF es la forma abreviada para “Male to
Female”, fórmula con la que se designa a las personas que han sido consideradas
en su nacimiento como hombres y que pasan por el proceso hormonal y quirúrgico
que les permite obtener un cuerpo considerado como femenino.
[2] Véase: HIRSCHFELD, Sexuelle Zwischenstufen: Sexualpathologie,Bonn, A. Marcus
& E. Weber, 1918l.
[3]ALDRICH, Robert
y WOTHERSPOON,
Garry, Who'sWho
in ContemporaryGay and Lesbian History: From World War II to
the Present Day, London: Routledge, 2001.
[4]STONE,Allucquére Rosanne,"The Empire Strikes Back: A
Posttranssexual Manifesto",en The
Transgender Studies Reader, STRYKER y WHITTLE (eds.), New York, Routledge,
2006.
Anne Fausto-Sterling, en su texto “Life in the XY Corral”, sostiene la tesis de que las ideologías dan forma a la biología evolutiva contemporánea. La dirección de los estudios, el tema a estudiar, el alcance del campo de investigación se ven afectados por diferentes instancias políticas, culturales y sociales. Así, personas que realicen sus investigaciones científicas en otras culturas, bajo otros sistemas de creencias, pueden construir otros sistemas científicos diferentes pero igualmente válidos desde un punto de visto científico.
Fausto-Sterling considera que las creencias científicas son establecidas por las personas que hacen ciencia y por la literatura científica; así pues, al ser contingentes y fruto de acuerdos dentro de la comunidad científica, éstas pueden volver a cambiar. Fausto-Sterling cita al historiador de la ciencia Jan Sapp para explicar el proceso de producción de ciencia: “Los y las científicas se dedican a una lucha por la autoridad científica. Lo que está en juego en esta lucha es el poder para imponer las definiciones de los campos: qué cuestiones son importantes, qué fenómenos interesan, qué técnicas son adecuadas, y qué teorías son aceptables”. Todas estas cuestiones son fruto del quehacer científico, por lo que pueden cambiar con diferentes formas de hacer ciencia. Fausto-Sterling cree que las ideas occidentales sobre raza, género y clase han dejado su impronta en el campo de la biología evolutiva.
Desde los estudios sociales la ciencia se sostiene que la investigación científica forma parte de nuestros sistemas políticos, sociales y culturales. Esta forma de ver la ciencia rechaza la idea de que las personas que hacen ciencia son agentes totalmente independientes y objetivos, capaces de encontrar verdades puras, sin limitaciones. Fausto-Sterling, que se adscribe a esta forma de análisis de las ciencias, matiza que no es que exista una correlación entre las creencias y los prejuicios de los individuos que hacen ciencia y el trabajo que producen, sino que los sistemas científicos reflejan de alguna manera nuestras creencias, así como las luchas políticas que existen alrededor de cuestiones como raza, género o clase. Esto no quiere decir que la presencia de esta huella política, social y cultural convierta a estas teorías científicas en erróneas e incoherentes. Todo lo contrario, la autora considera que gran parte del poder de la biología molecular contemporánea se encuentra en sus capacidades explicativas de procesos que tienen que ver con raza, género y clase.
Así pues, enmarcándose en los estudios sociales de la ciencia,Fausto-Sterling pretende dilucidar en qué sentido y hasta qué punto podemos considerar que el conocimiento científico está enraizado en la vida social. Fausto-Sterling concluirá que la imposibilidad de la ciencia de salir del binarismo mujer-hombre lleva a las personas que hacen a ciencia a ignorar datos que encajarían en sistemas científicos que podrían aceptar la existencia de estadios intermedios de sexo.
Como Donna Haraway (en Crystals, fabrics, and fields: Metaphors of organicismm in 20th century development biology) y Evelyn Fox Keller (en Reflexiones sobre género y ciencia), Fausto-Sterling analiza el uso del lenguaje y la elección de las metáforas que se utilizan para el desarrollo de las teorías científicas. Fausto-Sterling analiza en “Life in the XY Corral” el papel de la elección del lenguaje en la producción de teorías sobre el desarrollo sexual de mujeres y de hombres. Considera que asunciones inconscientes sobre el género, escondidas en el lenguaje que se utiliza para escribir sobre él, han contribuido a crear teorías que ella considera inverosímiles sobre el desarrollo sexual humano.
David Page, jefe del Corral XY en el MIT
Una de estas teorías inverosímiles es el descubrimiento de un gen que determina el sexo en el cromosoma Y. el doctor David Page, que tiene un laboratorio en el MIT que llama el Corral XY, es el investigador qeu afirma haber encontrado este gen. Page cree que hay un gen en el cromosoma Y que causa la masculinidad. Sin embargo, este gen se ha encontrado también en el cromosoma X. ¿Entonces? Page nos explica que en el cromosoma X este gen es pasivo, mientras que en el cromosoma Y es activo. Ah.
Este artículo explora el trabajo científico sobre la determinación sexual atendiendo a tres instancias: 1.- El uso del lenguaje del hombre. 2.- La representación de lo masculino como presencia y de lo femenino como ausencia. 3.- El tratamiento de la categoría de sexo como un dualismo sin complicaciones.
Con respecto al uso del lenguaje masculino en la literatura científica sobre el desarrollo sexual, Fausto-Sterling apunta a que normalmente el término “hombre” se apropia del universal de “ser humano”, pero que en los escritos científicos el universal “ser humano” se refiere sólo al hombre. Así, cuando los estudios se refieren al desarrollo sexual, muestran sólo el desarrollo sexual masculino. Aunque la fórmula “desarrollo sexual” parezca inclusiva, no lo es, y los mecanismos de la determinación sexual femenina están invisibilizados, silenciados y sin investigar.
Por otra parte, Fausto-Sterling nos hace notar que continuamos en la lógica de la ausencia y de la presencia que operaba en la teoría aristotélica del sexo único. La diferenciación sexual femenina está determinada por la ausencia de algo, una mujer surge cuando falta algo. Esta lógica sigue funcionando en la forma de explicar el desarrollo sexual de los humanos en la ciencia contemporánea.
Por último, Fausto-Sterling hace hincapié en visibilizar las complicaciones del sexo: ¿cómo se determina el sexo? ¿Es la presencia o ausencia de un gen en el cromosoma Y? ¿Son los genitales externos? ¿Son otras características corporales? Estas preguntas no tienen fácil respuesta pues, incluso biológicamente hablando, el sexo no es una cuestión fácilmente determinable.
En la cultura
occidental existe la creencia profundamente arraigada de que hay sólo dos
sexos. Incluso el lenguaje con el que hablamos no nos permite referirnos a
personas que no sean ni mujer ni hombre. Pero esta obsesión sociocultural desafía
la naturaleza. La biología nos muestra que hay muchas variaciones ente el sexo
femenino y el masculino. Fausto-Sterling considera, en su artículo "The five sexes", que se pueden establecer, al
menos, cinco sexos. Ella establece cinco, pero advierte al mismo tiempo de que
el sexo es una instancia demasiado amplia, un continuo maleable que desafía la
estrechez de incluso cinco categorías. La propia Fausto-Sterling advierte de
que ninguna clasificación puede ni siquiera sugerir la variedad existente en la
anatomía sexual humana.
Hermafrodita durmiendo, S. II D.C.
Las cinco categorías
de las que nos habla Fausto-Sterling son: mujeres, hombres, herms, merms y
ferms. Mujeres y hombres son las dos categorías sexuales reconocidas en
nuestras sociedades occidentales. Entre estas dos categorías, existe un
continuo sexual en el que se encuentran todas los tipos de intersexualidades
existentes. Fausto-Sterling clasifica estas intersexualidades en tres grupos
diferenciados. Los herms son las personas que han sido clasificadas como
hermafroditas verdaderos: personas que tienen tejido gonádico ovárico y
testicular al mismo tiempo. Este tejido gonádico puede darse separada y
bilateralmente (un ovario, un testículo), o puede darse al mismo tiempo en el
mismo órgano, formando lo que se conoce como ovotestículo. Merms y ferms
corresponden a otros tipos de intersexualidad que no son consideradas como hermafroditismo
verdadero: aquello que se ha llamado desde el siglo XIX pseudohermafroditismo.
Las personas merm (hermafroditas masculinos) tienen testículos, cromosomas XY,
no tienen ovarios, y poseen genitales feminizados, esto es, vagina y clítoris;
en la pubertad, normalmente desarrollan pechos y no menstrúan. Las personas
ferm (hermafroditas femeninos), por otra parte, tienen ovarios, cromosomas XX,
y genitales exteriores masculinizados. Sin intervención médica, las personas
ferm pueden desarrollar barba, voz profunda y penes de talla considerada como
estándar. En esta clasificación
de Fausto-Sterling subyacen varias ideas: por un lado, mantiene la división
ente hermafroditas verdaderos y pseudohermafroditas con un sexo verdadero
escondido bajo una apariencia ambigua; por otra parte, centra la feminidad o
masculinidad de las personas pseudohermafroditas en el tejido gonadal y en la
configuración cromosómica. Para esta autora, son hermafroditas masculinos las
personas que, a pesar de tener un aspecto totalmente femenino, poseen
testículos y cromosomas XY. Al contrario, son hermafroditas femeninos las
personas que tienen cromosomas XX y ovarios, aunque su aspecto exterior,
incluso el de sus genitales externos, sea considerado como masculino. Suzanne Kessler, en
una carta que escribió a la revista The
Sciences para comentar el artículo de Fausto-Sterling “The five sexes”,
critica la clasificación de las personas en cinco sexos. Considera que la
propuesta de Fausto-Sterling continúa dándole una importancia excesiva a los
genitales “naturales”, aunque abra esta naturalidad a cinco sexos y salga del
binarismo. Kessler cree que ignora el hecho de que las atribuciones de género se hacen en nuestro día a
día sin tener acceso a inspecciones genitales.
Del LaGrace Volcano, Jack Unveiled, 1994.
LA UTOPÍA DE FAUSTO-STERLING En
su artículo “The five sexes” Fausto-Sterling nos muestra cuál sería la
situación que ella considera ideal para el libre desarrollo de las identidades
de sexo, género y sexualidades. Fausto-sterling nos invita a pensar un mundo en
el que la comunidad científica ya no utilizara su saber para crear disciplinas
que corrigen la intersexualidad, sino para preservar la vida. En la utopía de
Fausto-Sterling se daría la oportunidad de que diferentes posibilidades
sexuales se desarrollaran sin coacciones. En un mundo así, las oposiciones
binarias de sexo y género se disiparían, así como la heterosexualidad
obligatoria, cabe añadir. Para
Fausto-Sterling, un primer paso para la consecución a largo plazo de su utopía
es que las intersexualidades dejen de ser borradas de la vista de la sociedad e
ignoradas por la clase médica. Los tratamientos hormonales y quirúrgicos
permiten a las madres, a los padres y a la clase médica el pensar que la
intersexualidad se ha eliminado del cuerpo de la persona intervenida. Por ello,
las personas intersexuales, infantes o adultas, tienen que ser abiertamente
intersexuales, para poder mostrar así a la sociedad que no sólo existen las dos
posibilidades vitales impuestas por las normas de género. Ser abiertamente
intersexual, por supuesto, no es nada fácil en un sistema binario. Todo, desde
nuestro nacimiento, está configurado para estar en una u otra categoría, así
que las dificultades que una persona intersexual puede encontrar desde su
infancia son numerosas; sin embargo, Fausto-Sterling considera que, a largo
plazo, se puede conseguir así una sociedad en la que la sexualidad y el sexo
sean algo que se celebre y no algo que se ridiculice o se esconda con temor. Es
la sociedad en su conjunto la que tiene que hacer un esfuerzo para abrir las
categorías rígidas de sexo, género y sexualidades, y no las personas
intersexuales las que tienen que forzar sus cuerpos e identidades a encajar en
un esquema binario que no da cabida a sus intereses, deseos, placeres, formas
de estar en el mundo.
Suzanne Kessler completa, junto a Alice Dreger y Anne Fausto-Sterling, mi tríada maravilla de autoras sobre intersexualidades. Kessler, también feminista, estudia la intersexualidad desde una perspectiva psicológica, y la enmarca en sus análisis sobre la construcción cultural del sexo y del género.
Ya en 1978 Kessler, junto a Wendy McKenna, afirmaba en su libro Gender: An Ethnomethodological Approach la construcción cultural del sexo. Kessler y McKenna insisten en que el sexo, lo que se ha considerado como biológico, es tan construido como el género. Las partes del cuerpo se ven como dicotómicas y esencialmente masculinas o femeninas, pero esta visión está construida ya socialmente. Las asunciones científicas sobre el sexo están marcadas socio-culturalmente.
Kessler, además, ha escrito numerosos artículos sobre intersexualidades, así como el libro Lessons from the Intersexed. Ninguno de ellos está traducido.
Kessler, en su texto “Meanings of gender variability”, indica tres razones por las cuales se realiza la cirugía genital infantil: porque salva vidas, porque mejora la calidad de vida y porque satisface necesidades sociales. Para Kessler, esta última razón aparece demasiado a menudo unida a las otras dos razones. Además, dice, es una hipótesis no probada: no se han realizado estudios que confirmen que los genitales “erróneos” o con “mal aspecto” conlleven consecuencias psicológicas fatales. Hoy en día, no se pueden hacer predicciones sobre el impacto de crecer con genitales ambiguos. Kessler se pregunta: no pudiendo predecir, ni para bien ni para mal, ¿se debe continuar satisfaciendo la necesidad de los progenitores de tener un/a hijo/a presentable? Las niñas y los niños deben llevar el fardo de ser aceptados o no, pero nunca se cuestiona que sean las madres, los padres, la clase médica, la sociedad, quienes acepten los genitales ambiguos.
Fausto-Sterling, en Cuerpos sexuados, se hace eco de una nueva fórmula ideada por Kessler "para anunciar el nacimiento de un bebé XX afectado de hiperplasia adrenocortical congénita: «Felicidades. Tienen ustedes una hermosa niña. El tamaño de su clítoris y sus labios fusionados nos indican un problema médico subyacente que podría requerir tratamiento. Aunque su clítoris es de talla grande, sin duda es un clítoris... Lo importante no es qué aspecto tiene, sino cómo funciona. Es una niña con suerte, porque sus parejas sexuales lo tendrán fácil para encontrar su clítoris»" (Fausto-Sterling, Cuerpos sexuados, Melusina, p. 118).
¿Qué decir de Anne Fausto-Sterling? Es bióloga, feminista e historiadora de la ciencia. Ha escrito numerosos artículos sobre intersexualidad, como "The five sexes", "The five sexes: revisited" o "Life in the XY corral". También tenemos traducido su libro Cuerpos sexuados, que considero fundamental para cualquier aproximación feminista al tema de las intersexualidades.
Ya en el primer capítulo de Cuerpos sexuados, Fausto-Sterling nos deja muy clara su visión feminista sobre la construcción del sexo: el sexo, que se ha considerado como biológico, es una instancia cultural, tan construida como el género. La visión de los cuerpos como pertenecientes a dos y sólo dos categorías está ya mediada por un contexto social, histórico y cultural. Fausto-Sterling, en este texto, analiza el tratamiento médico de la intersexualidad para mostrar que las consideraciones de las dos categorías de sexo como naturales, y las consideraciones sobre la intersexual vienen dadas culturalmente.
Fausto-Sterling cree que el sexo es un continuum, como el espectro de los colores: “Simplemente, el sexo de un cuerpo es un asunto demasiado complejo. No hay blanco o negro, sino grados de diferencia” (Cuerpos sexuados, p.17). Fausto-Sterling considera que “etiquetar a alguien como varón o mujer es una decisión social. El conocimiento científico puede asistirnos en esta decisión, pero sólo nuestra concepción del género, y no la ciencia, puede definir nuestro sexo. Es más, nuestra concepción del género afecta al conocimiento sobre el sexo producido por los científicos en primera instancia” (Ibíd).
Fausto-Sterling se opone a la diferenciación dicotómica entre sexo y género, según la cual el sexo hace referencia a la fisiología y la anatomía, y el género a las conductas sociales. Fausto-Sterling, afirmando que “«sexo» no es una categoría puramente física” (Ibíd., p. 19), se une así a la crítica de la naturalidad del sexo que realizan autoras feministas desde diferentes disciplinas, como Monique Wittig, Suzanne Kessler, Donna Haraway, Judith Butler o Alice Dreger. Fausto-Sterling considera que la complejidad de los cuerpos es demasiada como para encajar en sólo dos diferencias sexuales.
Fausto-Sterling realiza la misma crítica a la arbitrariedad de las categorías sexuales que hacía Monique Wittig en los años 80. Ambas autoras critican que se escojan unos rasgos y no otros para clasificar los cuerpos en dos categorías sexuales. Fausto-Sterling analiza el caso de María Patiño, una vallista española, que falló el test de sexo al que la sometió el COI en las Olimpiadas de Seúl. Para el COI, María Patiño, que nunca había dudado de que era una mujer, no lo era porque tenía testículos no descendidos y un cromosoma Y. Si María Patiño se hubiera sometido al control de sexo que el COI realizaba antes de 1968, que consistía en una observación de la atleta desnuda para comprobar que tenía mamas y vulva, lo hubiese aprobado. ¿Por qué se utilizan unos rasgos y no otros? Se les da significados culturales, que tienen que ver con la visión de género, a rasgos corporales que son, en sí mismos, neutrales.
Alice Dreger forma mi tríada maravilla de estudios sobre intersexualidades junto con Suzanne Kessler y Anne Fausto-Sterling.
Alice Dreger es Doctora en Historia y Filosofía de la Ciencia. Hoy en día es profesora de Humanidades Médicas y Bioética en la Escuela de Medicina Feinberg, en la Universidad de Chicado. Ha sido durante años la codirectora de la ISNA (Intersex Society of North America), organización activista fundada en 1993 por Cheryl Chase, desde la cual han tratado de acabar con las cirugías normalizadoras practicadas sobre personas intersexuales durante la infancia.
Las reflexiones de Alice Dreger sobre intersexualidades y sobre la construcción cultural e histórica del sexo ofrecen interesantes herramientas para criticar la rigidez del binarismo de sexo. Comenta Dreger en “Doctors Containing Hermaphrodites: The Victorian Legacy” sobre su investigación acerca de las intersexualidades:
Cuando empecé esta investigación, asumí que nos contaría cosas buenas para las persona que creemos en las metas del feminismo radical y del movimiento por los derechos queer. Sí que lo hizo. Nos ha mostrado que, como el género, el sexo y la sexualidad son conceptos que son, de formas muy importantes, desarrollados históricamente y específicos de cada cultura. Pero también nos muestra algunas cosas espantosas sobre lo que ocurre con la intersexualidad y con las personas nacidas intersexuales. Esta historia importa más de lo que nunca pensé que lo haría, en cierta manera más de lo que me gustaría que lo hiciera, porque me gustaría que las cosas pintaran bien en comparación con cómo eran antes, pero creo que no es el caso.
Los numerosos textos de Alice Dreger no están aún traducidos. Sin embargo, tenemos fácil acceso a través de la página web de Dreger y de varios blogs que ella escribe.
Como tengo comprobado que una imagen, en muchas ocasiones, dice mucho más que mil palabras, aquí inauguro mi sección de fotografías transgresoras con las normas de género, sexo y sexualidad.
Judith Butler nos habla en Cuerpos que importan de su propuesta del falo lesbiano.
Según el psicoanálisis lacaniano, el falo es el significante universal. Es una serie de estructuras lingüísticas y culturales que preceden al sujeto y que le determinan como sujeto. El falo es el significante privilegiado de lo simbólico. Lo simbólico es, para Butler, solamente la reificación de aspectos generados en el orden de lo social. El falo simboliza el pene pero no es el pene: al simbolizarlo, se aleja de él. Pene y falo no pueden ser la misma cosa porque “la simbolización aparta lo simbolizado de su conexión ontológica con el símbolo mismo” (Cuerpos que importan, p. 132).
Si el falo es un efecto imaginario que ha quedado reificado, entonces su lugar estructural no está fijado y puede ser desplazado. Butler se pregunta entonces por qué se considera que el falo requiere esa parte del cuerpo concretamente y no cualquier otra. Butler postula el carácter desplazable del falo de forma que el falo pueda simbolizar cualquier otras parte del cuerpo que no sean el pene (manos, muslos, piernas, etc.), posibilitando así una resignificación lesbiana del falo.
El falo es una idealización con la que ningún cuerpo puede encajar y precisamente por eso “el falo es una fantasía transferible y su vínculo naturalizado con la morfología masculina puede cuestionarse a través de una reterritorialización agresiva” (Cuerpos que importan, p. 137). Al verse cuestionado su vínculo con la morfología masculina y poder ser vinculado a cuerpos femeninos, el falo desplazado “cuestiona la estabilidad tanto de la morfología «masculina» como de la femenina” (Cuerpos que importan, p. 137).
Así pues, los ejercicios de subversión pueden hacerse desde dentro; se pueden utilizar elementos masculinos para subvertir el orden masculinista. Butler busca con la subversión el cuestionamiento de la base del orden masculinista mediante el desplazamiento de su supuesto lugar natural. Butler busca con su propuesta del falo lesbiano el desplazamiento de lo simbólico hegemónico de la diferencia sexual binaria y heterosexual para ofrecer imaginarios alternativos. Se utilizan los propios elementos del orden masculinista falogocéntrico para subvertirlo desde dentro, no buscando elementos exteriores.
El Comando Rosa pidió una Democracia Anal YA en la Plaza del Pilar el 2 de junio de 2011. Aquí están el vídeo y el texto del manifiesto:
Comunicado del Comando Rosa a la Asamblea del 15m de Zaragoza
El Comando Rosa es feminista, es bollera, es queer y transexual. El Comando Rosa es hetero-insumiso, marica, disidente, intersexual. Estamos indignadas y llegamos dispuestas a la acción. Porque la acción es el único recurso que le queda al diferente. Una acción que reabra el conflicto y dispare el cambio, que altere el reparto estratégico de las cosas, las asimetrías consentidas, las dominaciones más asentadas. Para ello hacemos nuestra la táctica zapatista. “Tuvimos que ocultar nuestro rostro para que finalmente nos pudierais ver”. Porque habéis tratado una y otra vez de reducirnos a la invisibilidad. Cuando nos miráis en el trabajo o en los bares, en familia o en el mercado, en los baños públicos y hasta en esta plaza, nos creéis una de los vuestros. Veis por todas partes y sólo veis heterosexualidad. Pretendéis que no existimos. Ocurre que muchas veces trabajamos desde la clandestinidad.
Somos vuestras hermanas y hermanos, vuestras madres o padres, vuestras hijas y vuestros amigos. Vuestras parejas incluso. Estamos aquí, a vuestro lado, entre vosotros, no ocultas pero no vistas, todos los días os tocamos y nos tocáis, permanecemos mezcladas, anónimas y cualesquiera. Nos movemos con garbo en el teatro de la heterosexualidad. En ese mundo de formas fijas y esencias naturalizadas en el que ya ni vosotros mismos creéis de verdad. El Comando Rosa es tortillera, marica y bisexual. Es asexual, trans, drag y hetero-insumiso. Jugamos con los dildos y reímos con los afectos. Nosotras también estamos indignadas, pero es por vuestro miedo a convertir este mundo en un mundo color de rosa, por vuestra sumisión a la heteronormatividad. Nuestra estética parodia el terrorismo para mejor ridiculizar vuestro pánico homosexual.
Nuestras máscaras no sólo hacen visible nuestra invisibilidad, también dicen nuestros nomadismos, el carácter transitorio de la identidad. Transmaribolleras resistentes en tierra de nadie, sabemos jugar vuestro juego incluso mejor que vosotros mismos. Expertas en Sado-maso, hemos ensayado todos los papeles, los roles y estereotipos. Sabemos ser dómina y dominado, activo y pasivo, hombre y mujer. Artistas de lo versátil, somos composiciones fluctuantes, en movimiento, que constantemente construyen burbujas de inmunidad, zonas permeables en las que encontrarnos para seguir caminando, espacios secretos de seguridad y luz.
El Comando Rosa no cae en el error de posicionarse en contra de las identidades: preferimos trastear con ellas. Las identidades están bien mientras no supongan la captura de los flujos divergentes, la proliferación festiva de las anomalías. Las identidades extravagantes son las trincheras que cavamos para consolidar los frentes, lugares de descanso desde los que retomar la lucha contra la norma heterosexual y afirmar nuestros deseos disformes, nuestras diferencias y nuestra originalidad. Con todo, sabemos del carácter artificial y difuso de cualquier construcción identitaria, más si cabe de las que tienen que ver con la sexualidad. Sabemos lo divertido que resulta trastocarlas, introducir pequeñas variaciones o, mediante un fuego de artificio, hacerlas estallar. Amamos la fluidez y por eso nos movemos entre las identidades y la no identidad, como singularidades ejemplares fuera del espacio-tiempo de la norma, nos conjugamos en categorías para ser cualquiera, nadie o todas. El Comando Rosa no admite los límites externos, sino los que cada una, desde su antagonismo móvil y su autonomía difusa, decida para sí. Mientras el Comando Rosa persigue con sus acciones devolver a cada una la vida negada, del otro lado, vuestra heteronomía se llama heterosexualidad.
Sí, somos marimachos y travelos, superfemmes y tíos enfundados en cuero: mil parodias como mil flores, maestras del disfraz. Entre otras razones porque nos encanta saltar a la comba con la línea que separa lo legal de lo ilegal, existir en la cuerda floja. Despreocupadas de las distinciones que inútilmente pretenden imponer vuestros homófonos legisladores, no reconocemos la autoridad. Por eso el Comando Rosa practica la ocupación de los espacios heteronormativos: se trata de liberar de toda homofobia y transfobia no sólo los espacios públicos sino también los privados. Nosotras no ocupamos casas vacías, sino las casas llenas de familiares durante la cena de navidad: ¡Papá, Mamá, Asamblea! –Soy un perverso, una mujer lesbiana, gitana y transexual. Y si te jode, ya sabes dónde está la puerta. Aquí estamos, enfrentando vuestra homofobia y vuestro sistema de normas.
Estamos cabreadas con vuestra policía de la identidad. Sí, esa que pretende controlar nuestros cuerpos, nuestros deseos o nuestras prácticas sexuales, esa que nos cataloga en manuales médicos y psiquiátricos. No somos enfermas, no tenemos disforia sino euforia de género. Amamos nuestras filias y odiamos vuestras fobias. Nos va el rollo bollo y no vuestra medicina policial. Ni vuestras porras ni vuestras burlas, ni vuestras ejecuciones ni vuestras risas nerviosas. Una y otra vez habéis intentado atarnos en lugar bien alejado mediante el insulto. Y en cada ocasión nos hemos erigido orgullosas, desde el estigma hemos tomado la palabra y la vida. Desde nuestra posición de maricas reivindicamos nuestra pluma, como lesbianas rechazamos la deslegitimación de nuestros afectos, como travelos nos revelamos ante vuestros diagnósticos médicos. Somos intersex cansadas de vuestras cirugías y vuestros nombres, e invadiendo las consultas de los Centros de Salud tanto como los juzgados para mostrarle nuestro asco a vuestra policía del cuerpo.
Estáis tan jodidos que ni siquiera os dais cuenta de hasta qué punto la homofobia y la transfobia os constituyen. Cómo os atraviesan. El modo en que las reproducís. Pero vuestra ignorancia nos hace fuertes. La cosa es que ni siquiera entendéis lo que implica decir “yo entiendo”. Decís que no sois homófobos, que tenéis un amigo gay, como si fuera una mascota. Decís que aceptáis nuestras diferencias. Sois todo tolerancia. Pero lo que no comprendéis es que vuestra lesbofobia no termina allí donde no os molestamos. La homofobia sólo acaba en el momento en que sois capaces de amar la parte marica y bollera que os habita, vuestro lado más trans. Cada vez que nos insultáis en realidad insultáis lo que en vosotros pudiera haber de nosotras. Vuestro heterofascismo trata de exterminar a la loca que lleváis dentro.
Vuestras identidades normalizadas nacen del miedo a la otra que os transita, a nos-otras. No sois más que la repetición de lo que nos excluye y silencia, obstinación en la servidumbre voluntaria al sistema heteropatriarcal. Lo que en el fondo os aterra es esa fuerza de transformación vital y social que os aleja de los modelos dominantes, de vuestra aburrida normalidad. También vosotros portáis máscara, pero una máscara horrible, la máscara del que discrimina y aplasta. Bajo ella tratáis de encerrar vuestra sexualidad libertaria, el anarquismo del deseo. Sólo dejáis mostrarse al policía interior que aporrea al mariquita o a la camionera que todas somos, que en todas respira. Esa potencia anómala que os horada es una infiltrada del Comando Rosa en vuestros cuerpos y en vuestras almas.
El madero que sois y al que obedecéis os ha contado el viejo cuento de que los hombres son hombres y las mujeres, mujeres, la leyenda de que todo es una cuestión de anatomía, ellos con sus pollas, grandes y hermosas, y ellas sin nada. Hechos el uno para el otro, pero ellos sin hacer nada, tocándose los huevos mientras ellas trabajan. Pero ésa es sólo la versión policial de la historia. Nosotras contamos las cosas de otra manera. Los sexos son un efecto de la norma, un invento para controlarnos, para evitar las trayectorias anómalas, la efervescencia de la diversidad. Antes de todo eso, en el comienzo, está lo común, lo que todas tenemos, la zona borrada y oscura de un placer primordial, el lugar de lo abyecto en que sólo relumbra lo anónimo envolvente, sin sexo asignado, sin raza ni clase: el agujero anterior a toda identidad y a toda asimetría. El ano, el culo, el orto. El lugar del residuo y la resistencia. Ni de hombre ni de mujer, ni de blanco ni de negro, ni de burgués ni de proleta. De nadie y de todas. Feminista, antirracista y común.
El Comando Rosa erige el puño cerrado y en alto como símbolo de las antiguas luchas, pero también de las nuevas, del fist fucking y la penetración anal. Contra el capitalismo orgásmico nuestros cuerpos sin identificar, la libertad de los placeres, la multiplicidad de nuestros culos, la intensidad de los afectos. Contra el impero heterosexista, ¡Democracia Anal Ya!